El Valladolid sigue jugando como nunca y perdiendo como siempre. Al menos desde hace un tiempo. Hoy ha jugado veintitantos minutos espléndidos frente a un Madrid que bien pudo encajar tres goles antes de cumplirse la media hora de un encuentro repleto de emociones por lo que iba sucediendo. Todo comenzó con los jugadores pucelanos alternando la presión con repliegues intensos y contragolpes electrizantes. Pudo marcar de penalti. Pero Alcaraz mando el balón tan alto como para que todavía no haya aterrizado en su lugar de procedencia.
Tras ese clamoroso fallo, el equipo entrenado por Sergio García volvió a marcar dos goles. Uno fue anulado por el árbitro y el otro por el VAR. Justamente. Y conviene decirlo. Aunque sirvieron para mostrarnos a un Madrid roto en todos sus líneas y con jugadores incapaces de dar una a derechas. Limitados en todos los sentidos. Así que se presagiaba un nuevo desastre del conjunto merengue. Sobre todo cuando Anuar batió a Courtois. Hasta ese momento nada de lo que hacían los de Solari tenía sentido.
Odriozola atacaba y atacaba por su costado sin que nadie le hiciera las coberturas correspondientes. Dado que Marco Asensio se hacía el lipendi cuando le tocaba sacrificarse a la hora de defender. Lo mismo que hacía Ceballos en el lado opuesto con Reguilón. Dejarlo a merced de los contraataques vertiginosos de los vallisoletanos. Mas la diosa Fortuna decidió aliarse con el Madrid, haciendo que Masip fallara clamorosamente al despejar un balón con el puño. Y allí estaba Varane para marcar el tanto del empate. Corría el minuto 34 y los locales acusaron el golpe.
La segunda parte fue muy distinta. Y mucho más cuando Benzema marcó dos goles en apenas ocho minutos. Uno de ellos al lanzar el penalti que le hicieron a Odriozola. El cuarto gol lo obtuvo Modric. El mejor, sin duda alguna, de un Madrid que anduvo a la deriva durante mucho tiempo. A pesar de que trataba de dominar el mediocampo con cinco jugadores. De derecha a izquierda estaban Marco Asensio, Modric, Casemiro, Kroos y Ceballos.
La expulsión de Casemiro fue tan justa como absurda. Prueba palpable de que el mediocentro brasileño lleva ya muchos partidos desorientado. Con los papeles perdidos. Menos mal que su salida del campo coincidió con el bajón anímico del equipo presidido por Ronaldo. En suma, necesitaba el Madrid ganar este partido para cortar de raíz la costumbre de perder. Aunque mucho tendrá que mejorar el equipo blanco para acabar como tercero en la clasificación.
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