La sociedad está harta de tanta demagogia

Fue anunciar Pedro Sánchez la convocatoria de elecciones generales para el 28 de abril y comenzar la precampaña electoral de todos los candidatos. Ni que decir tiene que cuanto dicen excede a mi capacidad de aguante; mas exactamente, me produce náusea. No me extraña, pues, que la sociedad esté harta de tanta demagogia. Y, por si fuera poco, resulta que tendremos que soportar no sólo la precampaña y campaña de los comicios generales sino que -seguidamente- principiarán las correspondientes a las municipales y autonómicas. Todo un suplicio.

De los resultados en las urnas se puede asegurar que no habrá mayorías absolutas. Tampoco será posible que el bipartidismo recobre su protagonismo. Imperará el pluralismo a la italiana. Lo cual no es otra cosa que la gran corrupción de los políticos en orden a su presencia en el poder respecto a sus dogmas y sus programas. Emilio Romero decía que la gobernabilidad es también más azarosa y más sorprendente cuando se reúnen muchos diferentes para gobernar o para distribuirse la tarta. Habrá que esperar a ver cómo termina la coalición a tres bandas en Andalucía.

Pablo Casado se viene mostrando como un líder eufórico para convencernos de que será quien resida en La Moncloa. Tan exultante puesta en escena es recomendable, según los analistas de la cosa, para los candidatos. Debido a que los votantes detestan a los políticos que son incapaces de que sus palabras y su lenguaje verbal irradien optimismo. El problema radica en que las promesas del presidente del PP parezcan que son dictadas por José María Aznar. De quien Juan Vivas me dijo en una entrevista que su olvido de Ceuta trajo consigo la llegada del GIL a esta tierra.

En relación con Albert Rivera, conviene decir que su obsesión sigue siendo la de conseguir el voto moderado de los socialistas y también de los populares. Y hasta juraría que vería con más agrado, si acaso se le presentara la ocasión de elegir, un pacto con Pedro Sánchez antes que hacerlo con Pablo Casado. Y es que no hay peor cuña que la de la misma madera. Y es que a Rivera se le ve a la legua el miedo que le infunde el que se le tenga como uno de los jóvenes adiestrados en su día por Aznar. De cualquier manera, creo que Inés Arrimada sería en estos momentos la candidata ideal para su partido. 

A Pedro Sánchez no se le debe dar por acabado políticamente. Que es lo que le sucedería si el PSOE consiguiera unos resultados desastrosos. Pero los socialistas saben que es un  tipo incapaz de rendirse ante las circunstancias adversas. Incluso puede que sea una de las sorpresas de las próximas elecciones. Por más que haya tenido que soportar el desgaste que le han causado los siempres insufribles independentistas. Nada extraño sería que los andaluces volvieran a votar socialismo. ¿Lo dudan?... Pues yo no pondría mi mano en el fuego contra esa posibilidad.

VOX seguirá haciéndose notar en las urnas. Recibirá sus votos de las personas procedentes de una derecha en la que han dejado de creer. Y también de quienes detestan a Podemos. Y qué decir de quienes tratan de trocear a España y de darle matarile a nuestras tradiciones. VOX será la tabla de salvación de PP y Cs si ambos partidos no sumaran los votos suficientes para gobernar. Eso sí, siempre y cuando socialistas y ciudadanos, oído al parche, no tuvieran la oportunidad de coligarse.

Unidos Podemos. Sus dirigentes aprovecharon el momento para sacar a la calle a muchísimas personas a las que la crisis económica había dejado con una mano detrás y otra delante. Fueron las clases medias quienes siguieron las consignas de unos comunistas expertos en sacarles rédito a situaciones tan dolorosas. El comunismo ha tenido demagogos muy celebres, que ejercían esta disciplina con plena conciencia de que era un instrumento político. Pablo Iglesias, quien me sigue pareciendo un cursi de tomo y lomo, ha ido perdiendo crédito entre propios y extraños. Su decadencia puede beneficiar al PSOE.