Me cruzo con él por la calle y decide pararse conmigo. Cuando hacía un mundo que ni siquiera me saludaba. Saca a relucir su afectada amabilidad. Estomagante para mí. Pero, como lo conozco muy bien, intuyo que está dispuesto a contarme lo que piensa sobre alguien a quien tiene mucho que agradecerle. Así que le dejo hablar...
-Que sepas que te leo todos los días. Aunque de un tiempo a esta parte vengo observando que opinas más sobre fútbol que de política. Lo cual me resulta extraño...
Llevas razón -le digo-. Y lo hago porque los pareceres sobre política cada vez interesan menos. La gente está harta de los políticos. Hasta el punto de que vuestro descrédito se supone como el valor a los toreros. Y día llegará, por mor de vosotros, que la democracia deje de ser considerada el régimen menos malo para convertirse en el peor. Desgraciadamente, claro es.
En su cara queda reflejado el efecto que le ha producido mi respuesta. Del cual intenta recuperarse. Si bien tarda en domeñar sus titubeos. Al fin, exhibiendo una media sonrisa, que tiene más de mueca de disgusto, se pone a dorarme la píldora, haciendo de tripas corazón. Mientras yo lo observo en silencio. De pronto, saca a relucir a nuestro alcalde en la conversación. Esperando congraciarse conmigo.
Y va largando de su compañero de partido sin el menor pudor. Y compruebo una vez más que la ingratitud es vicio muy feo de los que insultan a quienes le han favorecido. Verbigracia: "Últimamente, Vivas está sirviendo de diversión y chacota cada vez que abre la boca. Su lenguaje es vulgar, tedioso y demagógico. Por lo que no suscita ni ilusión ni esperanza".
Así que aprovecho el momento para preguntarle al fulano: ¿por qué crees tú que Juan Vivas no deja ya la política activa?
Y responde en un amén: "Porque sabe que, cuando deje la poltrona, se hundirá en el anónimato del cual no debió salir nunca".
En su cara queda reflejado el efecto que le ha producido mi respuesta. Del cual intenta recuperarse. Si bien tarda en domeñar sus titubeos. Al fin, exhibiendo una media sonrisa, que tiene más de mueca de disgusto, se pone a dorarme la píldora, haciendo de tripas corazón. Mientras yo lo observo en silencio. De pronto, saca a relucir a nuestro alcalde en la conversación. Esperando congraciarse conmigo.
Y va largando de su compañero de partido sin el menor pudor. Y compruebo una vez más que la ingratitud es vicio muy feo de los que insultan a quienes le han favorecido. Verbigracia: "Últimamente, Vivas está sirviendo de diversión y chacota cada vez que abre la boca. Su lenguaje es vulgar, tedioso y demagógico. Por lo que no suscita ni ilusión ni esperanza".
Así que aprovecho el momento para preguntarle al fulano: ¿por qué crees tú que Juan Vivas no deja ya la política activa?
Y responde en un amén: "Porque sabe que, cuando deje la poltrona, se hundirá en el anónimato del cual no debió salir nunca".
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