Algunos partidarios del Atlético de Madrid me han mostrado sus quejas por no haber escrito nada sobre el triunfo de su equipo ante un rival que llegó al Wanda Metropolitano con la vitola de favorito y salió del envite con el miedo metido en el cuerpo de sus jugadores. Incluso hay un aficionado rojiblanco que no duda en decirme que está seguro de que yo no vi el partido. Y no he tenido más remedio que jurarle, una y mil veces, que me senté ante el televisor media hora antes de su comienzo.
Nunca antes me había ocurrido nada parecido. Puesto que yo escribo del Atlético de higos a brevas. Aunque sea asiduo espectador de casi todos sus encuentros. Entiendo, eso sí, que semejante actitud se debe a la felicidad que reina entre los seguidores del conjunto 'colchonero'. Tan lógica como comprensible. Pues más que ganarle al laureado equipo turinés, lo que más deseaban es derrotar a Cristiano Ronaldo. Por cuestiones obvias.
La estrella portuguesa no tuvo su noche. De ello, sin duda alguna, hay que culpar a todos los centrocampistas de la 'Vecchia Signora'. Bentancour, Matuidi y Pjanic no hicieron nada a derechas. Tampoco estuvieron bien ni Mandzukic ni Dybala. Y, por si fuera poco, la banda defendida por Di Sciglio fue un coladero. El Juventus duró el tiempo que Bonucci y Chiellini fueron capaces de resistir el asedio de los atléticos.
Cristiano Ronaldo, antes, durante y después del partido, hubo de soportar las inclemencias verbales de los aficionados más iracundos. Y tardó nada y menos en alzar su mano derecha para responderles que él tenía cinco Champions League y ninguna el Atlético. Lo cual repitio de palabra, al final del partido, cuando desfilaba por delante de los periodistas.
El gesto de CR le sentó al presidente del Atlético como a mí un sombrero de ala ancha. Y su respuesta fue la menos adecuada: "Cristiano no ganó cinco Champions League, sino tres...". O sea, aprovechó que el portugués pasaba por allí para arremeter contra el Madrid por lo bajini. Lo cual no deja de ser una solemne tontería. La salida de tono de Enrique Cerezo, en noche tan importante para su club, no venía a cuento.
Sí, claro que lleva usted razón; superarle dos goles al aquipo de Simeone es tarea que parece imposible. Pero también lo es que el equipo de Massimiliano Allegre juegue en su feudo tan mal como lo hizo en el Wanda Metropolitano. Ah, y lo más temible de Cristiano Ronaldo será su ego. Ese yo que lo identifica con los grandes logros de sus equipos. Y el día que, por ley de vida, decida acabar con su ego, no le quepa la menor duda de que ya no será temido por nadie.
Nunca antes me había ocurrido nada parecido. Puesto que yo escribo del Atlético de higos a brevas. Aunque sea asiduo espectador de casi todos sus encuentros. Entiendo, eso sí, que semejante actitud se debe a la felicidad que reina entre los seguidores del conjunto 'colchonero'. Tan lógica como comprensible. Pues más que ganarle al laureado equipo turinés, lo que más deseaban es derrotar a Cristiano Ronaldo. Por cuestiones obvias.
La estrella portuguesa no tuvo su noche. De ello, sin duda alguna, hay que culpar a todos los centrocampistas de la 'Vecchia Signora'. Bentancour, Matuidi y Pjanic no hicieron nada a derechas. Tampoco estuvieron bien ni Mandzukic ni Dybala. Y, por si fuera poco, la banda defendida por Di Sciglio fue un coladero. El Juventus duró el tiempo que Bonucci y Chiellini fueron capaces de resistir el asedio de los atléticos.
Cristiano Ronaldo, antes, durante y después del partido, hubo de soportar las inclemencias verbales de los aficionados más iracundos. Y tardó nada y menos en alzar su mano derecha para responderles que él tenía cinco Champions League y ninguna el Atlético. Lo cual repitio de palabra, al final del partido, cuando desfilaba por delante de los periodistas.
El gesto de CR le sentó al presidente del Atlético como a mí un sombrero de ala ancha. Y su respuesta fue la menos adecuada: "Cristiano no ganó cinco Champions League, sino tres...". O sea, aprovechó que el portugués pasaba por allí para arremeter contra el Madrid por lo bajini. Lo cual no deja de ser una solemne tontería. La salida de tono de Enrique Cerezo, en noche tan importante para su club, no venía a cuento.
Sí, claro que lleva usted razón; superarle dos goles al aquipo de Simeone es tarea que parece imposible. Pero también lo es que el equipo de Massimiliano Allegre juegue en su feudo tan mal como lo hizo en el Wanda Metropolitano. Ah, y lo más temible de Cristiano Ronaldo será su ego. Ese yo que lo identifica con los grandes logros de sus equipos. Y el día que, por ley de vida, decida acabar con su ego, no le quepa la menor duda de que ya no será temido por nadie.
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