Escribo antes de que Pablo Casado llegue a Ceuta, procedente de Melilla, para proclamar a Juan Vivas como candidato a la alcaldía en las próximas elecciones. Por cierto, si me refiero a JV como alcalde es porque él, hace ya la tira de tiempo, me confesó que le agradaba mucho más que el tratamiento de presidente. Y perdonen la digresión.
La última vez que escribí sobre el presidente del Partido Popular, esto es, de Pablo Casado, fue cuando visitó Ceuta en julio de 2018. Y recurrí al título de Pablo Casado: ¡bienvenido a Ceuta! Es lo menos que uno puede decirle a cualquier persona conocida que llegue a esta tierra. Aunque piense que no es la ideal para irse de copas con ella. Que no es mi caso...
La visita de Pablo Casado a la frontera, en aquella fecha, fue censurada por quienes hacen uso y abuso de ese gran problema para beneficio propio. Mayormente, político. Y hasta se me ocurrió exponer lo siguiente: Anomia. Si usted pregunta por el significado de anomia a los que no dejan de gritar a los cuatro vientos contra quienes están obligados a defender nuestra frontera, de ataques bárbaros, se te quedan mirando como si estuviera hablando un loco. Y no tuve inconveniente en aclarar ese término. Al cual pueden ustedes acceder si lo desean.
Porque lo que yo deseo en estos momentos es que alguien me convenza de que en el Partido Popular de Ceuta no existe nadie capaz de ocupar el puesto de un señor que está dando muestras visibles de caducidad. Y que, a pesar de ello, se resiste a reconocerlo. Cómo es posible que a Vivas no le abrume el tedio de su despacho cada dos por tres.
Me imagino que nuestro alcalde ya habrá ordenado hacer algunas reformas en ese habitáculo para no dormitar por las tardes. Como hacía su admirado Napoleón en los frentes de combate. Aunque nuestro alcalde pensará que si Veinte años no es nada, como dice el tango, por qué no continuar... Cuando le quedan algunos días para cumplir 18 viviendo en la cresta de la ola del poder. A lo mejor es que atesorando poder no deja de adquirir sabiduría. Puede ser, claro que sí...
O tal vez sea que mientras que esté en condiciones de hacer favores no es probable que le den con la puerta en las narices allá donde vaya. Puesto que las palabras menudas sin poder son... nada y menos. El poder envejece. Lo dijo José Luis López Aranguren. Pero nuestro alcalde está convencido de que más envejecerá cuando nadie se acuerde él. Ni para mal.
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