Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 4 de enero de 2019

Mandar es muy difícil

Saber mandar lo es aún más. Verdad incuestionable. Los entrenadores de fútbol, por ejemplo, han de lograr que su voz tenga autoridad dentro de la plantilla. Tarea compleja y que sólo comprenden quienes hayan desempeñado ese cargo durante muchas temporadas. No en vano el fútbol es un deporte de conjunto donde quienes no juegan, o juegan poco, aparecen casi todos los días con el ceño fruncido y el malestar calcado en su rostro. Pero a los que el técnico no está obligado a dar explicaciones diarias. 

La tarea del entrenador es distribuir a sus jugadores en el terreno de juego en la demarcación adecuada a sus cualidades para que cumplan perfectamente con la misión concreta que se les adjudica en beneficio del equipo. A partir de ahí las relaciones con los futbolistas serán siempre las lógicas entre personas que han de compartir muchas horas de entrega, sacrificio, éxitos y derrotas.

La bondad del entrenador consiste en ayudar en la medida de sus posibilidades a cualquier miembro de su plantilla que la requiera. Con el mismo interés con que reclama rendimiento, disciplina y cumplimiento de sus deseos a todos los jugadores que están bajo su dirección. La obediencia a las normas establecidas han de respetarse por encima de todo. Por lo que es preferible que el entrenador gane fama de ser un sargento de hierro antes de ser tenido por un señor demasiado bueno. Lo cual se dice de él cuando los resultados negativos han propiciado que sea destituido de su cargo. 

A los jefes, en este caso estamos hablando de entrenadores, se les exige que logren sacarle el máximo rendimiento a la plantilla que han puesto en sus manos. No que sea un señor con un carácter muy jovial que trate de deleitar a todos los jugadores. Tampoco conviene olvidar lo siguiente: un entrenador ha de explicar teórica y prácticamente la misión que desea de todos sus entrenados cuando salgan al terreno de juego. Y, naturalmente, jamás deberá eludir la responsabilidad que le atañe: corregir acciones innecesarias que dañen la labor del conjunto.

El jugador que se salte a la torera la misión encomendada, causando desequilibrio entre líneas, deberá ser reconvenido por el entrenador. Sin necesidad de alzar la voz. La reprimenda se lleva a cabo sin la presencia de nadie. Aunque si el jugador insiste en hacer lo que a él le dé la real gana, no cabe otra situación que leerle la cartilla delante de los compañeros. Y el siguiente paso sería darle descanso. Sí, ya sé que habrá quienes digan que esa manera de proceder no se estila en los equipos grandes. Donde los jugadores imponen sus criterios.

Pues bien, si Solari continúa permitiendo que Marcelo ataque por sistema (dejando por su costado una brecha más grande que la Catedral de Burgos, por la cual se consagran jugadores como Samu), y si además le permite a Isco que abandone su posición inicial por delante del susodicho Marcelo, para deambular por donde a él le dé la real gana, poco a poco los demás futbolistas irán apuntándose a la indisciplina táctica. Y de él dirán, o sea del técnico argentino, que era un buenazo dominado por las ´vacas sagradas' del vestuario.

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