Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 22 de enero de 2019

Hortensia Romero destacaba por su cruz

Ayer por la noche, cuando buscaba entre los anaqueles del mueble donde reposan mis libros el escrito por Paul Jhonson, bajo el título de Intelectuales, a fin de empezar a releerlo, se me puso a la vista otro bien distinto: Las mil noches de Hortensia Romero, mal llamada 'Legionaria' de sobrenombre, escrito por Fernando Quiñones. Y, como hacía muchos años que lo había leído, decidí hojearlo.

Hortensia Romero había asumido lo que era y además procuraba disfrutar de su oficio. Y sobre todo pisaba la calle con la seguridad que le proporcionaba saber que hombres y mujeres ponían los ojos en ella. No en vano destacaba por su cruz. Esa cruz de la mujer que Hortensia describía así: "Una cinturita chica y larga, y luego ancha de arriba y de abajo, una pechera que era un alboroto y... para qué seguir".

La cuestión es que cuando menos lo esperaba un hombre le tendió la mano y se fue a vivir con él a una pequeña parcela de labranza. Y vivió entre dos amores. Entre el propietario y el encargado de las tareas de siembra y cuidado del ganado. De cuyo comportamiento en el tálamo habla y no acaba una mujer cuyas experiencias amatorias habían sido muchísimas y variadas.

De tal guisa describe Hortensia a ese hombre: "Su trabajo por abajo, en el talle, y en la pechera, yo no sé que arte se daba que era como si el desahogo no fuera un momento sino un cuarto de hora o media hora, con un sufrimiento entreverado, pero del bonito. Es de los que gusta alargar, de los que te ponen que, al final, si se le ocurre a alguien encender un fósforo por allí cerca, sale volando hasta la mesilla de noche".

Las declaraciones de Hortensia Romero Vallejo, en su día, cabrearon a muchos maridos. Sobre todo a los que, cuando requerían a sus mujeres, recibían la siguiente contestación "No, esta noche no, cariño, me duele la cabeza". En la cama, ahora, es el mundo al revés: las mujeres proponen y los hombres no disponen de recursos inagotables. Cierto es que los habrá con fuerza y habilidades suficientes como ese gañán que tantó festejó en su día la Hortensia de la novela escrita por Fernando Quiñones.









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