Me llama un amigo que no se cansa de decir que su madridismo no tiene parangón porque él siempre está con su equipo a las duras y a las maduras. Y me ha dado por recordarle lo que opinaba cuando Karim Benzema no daba pie con bola, tratando de hacer lo mismo que ahora le está valiendo para ser portada de todos los medios y acaparador de ditirambos a tutiplén.
Mi amigo reconoce, como todos los que llegamos a dudar, en mayor o menor medida, del futbolista francés, que nunca antes había rayado KB a tan grande altura como ayer frente al Español. Y me inquiere acerca de por qué se ha producido esa eclosión de juego de un delantero que ha estado siempre sometido a la mirada inquisitiva del madridismo.
Y, en vez de contestarle al respecto, se me ocurre preguntarle si él vio jugar a Ramón Grosso. Mi amigo reconoce que apenas lo recuerda. Así que le digo lo siguiente: Grosso, que había jugado en el Plus Ultra como delantero centro nato, y asimismo cuando estuvo cedido unos meses en el Atlético de Madrid, hubo de asumir en el Madrid el estilo de juego de Di Stéfano. Es decir, hacer de delantero falso o flotante, pero adaptado a sus cualidades. Que en nada se parecían a las de la 'Saeta Rubia'.
Grosso comprendió muy pronto la misión concreta que se le encomendó y la llevó a cabo de manera impecable. Y de su trabajo se fueron aprovechando sus compañeros. En lo tocante a Benzema, nunca antes había necesitado el Madrid de su participación como delantero dispuesto en todo momento a dejar sin referencia de marcaje a los centrales. Porque éstos ya estaban obsesionados con el de Cristiano Ronaldo. Y a Benzema, por tanto, se le pedía que se fajara con los zagueros y sobre todo que marcara goles.
Solari, que viene dando pruebas evidentes de conocer el oficio de entrenador, en vez de ordenarle a Benzema que permanezca en los terrenos donde los defensas se hacen fuertes, ha decidido, con buen criterio, que el francés haga lo mismo que hicieron Di Stéfano y Grosso en distintas épocas y con las condiciones tan dispares que ambos atesoraban. Y además le está haciendo una alineación a su medida.
De momento cuenta con la ayuda de dos extremos cuyas incursiones por las bandas abren las defensas y dejan brechas por las que Benzema logra entrar como Pedro por su casa. También se aprovecha, como delantero centro flotante o falso delantero, de que nadie lo sigue. Así que puede permitirse el lujo de ayudar a los encargados de organizar el juego de ataque en zonas donde deben imperar los disparos desde la media distancia. Y, por si fuera poco, hace posible con sus continuos movimientos, lejos de sus marcadores, que a los rivales les sobren jugadores en una línea y les falten en otras. Y, naturalmente, está obligado a salirle al paso al central más ofensivo.
Mi amigo, tras escucharme atentamente, me pregunta, como quien no quiere la cosa, lo siguiente: "¿Qué pasará cuando un entrenador decida que se marque a Benzema como en su día lo hizo Mangriñán con Di Stéfano, por orden de Iturraspe, a la sazón técnico del Valencia? Pues que los plumillas lo pondrán a parir. Como ya lo hicieron con Machín. Sucedió cuando éste, siendo entrenador del Girona, le encomendó a Maffeo que siguiera a Lionel Messi allá donde fuera.
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