Desde la exitosa irrupción de VOX en las elecciones andaluzas, el 2-D, no se habla de otra cosa que no sea del partido presidido por Santiago Abascal. Quien, ante las críticas acerbas que viene recibiendo, habrá dicho repetidas veces: "Ladran, luego cabalgamos, querido amigo, Javier Ortega Smith". Y a fe mía que está en lo cierto el líder de una derecha que se ha hecho notar cuando los españoles necesitan la facultad de percibir diferencias en quienes los gobiernan.
Ahora bien, como yo llevo viviendo la friolera de 39 años en Ceuta, casi la mitad de mi vida, creo oportuno propalar que VOX se presenta en esta ciudad en el momento adecuado para intentar que prendan otras formas a fin de acabar con el embotamiento que se viene produciendo por parte de lo estable y permanente. Lo cual sucede cuando alguien se eterniza en un cargo. Aunque así lo hayan determinado las urnas.
Juan Vivas lleva 18 años gobernando desde la 'Casa Grande'. Que así le gusta a nuestro alcalde referirse al edificio municipal o Palacio Municipal, según los cursis. Nuestro alcalde, cuando lo ha creído conveniente, no ha dudado en decir entre bastidores las inconveniencias que surgirán para cualquiera que muestre su disconformidad con alguna decisión que se tome en ella. Mensaje transmitido, eso sí, con sorna. Pero que nunca ha dejado de cumplirse a rajatabla.
Nuestro alcalde es consciente de que ya tiene fecha de caducidad como político. Y que por tanto se expone a sufrir un varapalo en las urnas. Pero se resiste a cederle el testigo a Juan Bravo -por ejemplo- para que éste trate de evitar que muchos votantes del PP le otorguen su confianza a VOX. Y lo hace por dos razones: la primera es porque todavía no tiene asumida la pérdida de poder. La segunda, naturalmente, se debe a que tiene la certeza de que podrá seguir siendo alcalde gracias a un pacto con la derecha emergente.
Yo no conozco al candidato que presentará VOX en Ceuta. Ni sé si está convencido de que amén de los votos de muchos populares recibirá parte de los que votaron a Cs en su día. Tampoco sé si sueña con recuperar el sí de los indecisos y de quienes se abstuvieron en las últimas elecciones. Y mucho menos si piensa lo mismo que Vivas.
De ser así, es decir, si está dispuesto a pactar con Vivas, no creo que ni Santiago Abascal ni Javier Ortega, llegado el momento, dieran el visto bueno a una coalición en la cual prevaleciera la continuidad de Vivas en el cargo. Pues sería una decisión descabellada... Sobre todo teniendo en cuenta que hay un candidato muy valioso y que además no ha sufrido ningún desgaste político.
Ahora bien, como yo llevo viviendo la friolera de 39 años en Ceuta, casi la mitad de mi vida, creo oportuno propalar que VOX se presenta en esta ciudad en el momento adecuado para intentar que prendan otras formas a fin de acabar con el embotamiento que se viene produciendo por parte de lo estable y permanente. Lo cual sucede cuando alguien se eterniza en un cargo. Aunque así lo hayan determinado las urnas.
Juan Vivas lleva 18 años gobernando desde la 'Casa Grande'. Que así le gusta a nuestro alcalde referirse al edificio municipal o Palacio Municipal, según los cursis. Nuestro alcalde, cuando lo ha creído conveniente, no ha dudado en decir entre bastidores las inconveniencias que surgirán para cualquiera que muestre su disconformidad con alguna decisión que se tome en ella. Mensaje transmitido, eso sí, con sorna. Pero que nunca ha dejado de cumplirse a rajatabla.
Nuestro alcalde es consciente de que ya tiene fecha de caducidad como político. Y que por tanto se expone a sufrir un varapalo en las urnas. Pero se resiste a cederle el testigo a Juan Bravo -por ejemplo- para que éste trate de evitar que muchos votantes del PP le otorguen su confianza a VOX. Y lo hace por dos razones: la primera es porque todavía no tiene asumida la pérdida de poder. La segunda, naturalmente, se debe a que tiene la certeza de que podrá seguir siendo alcalde gracias a un pacto con la derecha emergente.
Yo no conozco al candidato que presentará VOX en Ceuta. Ni sé si está convencido de que amén de los votos de muchos populares recibirá parte de los que votaron a Cs en su día. Tampoco sé si sueña con recuperar el sí de los indecisos y de quienes se abstuvieron en las últimas elecciones. Y mucho menos si piensa lo mismo que Vivas.
De ser así, es decir, si está dispuesto a pactar con Vivas, no creo que ni Santiago Abascal ni Javier Ortega, llegado el momento, dieran el visto bueno a una coalición en la cual prevaleciera la continuidad de Vivas en el cargo. Pues sería una decisión descabellada... Sobre todo teniendo en cuenta que hay un candidato muy valioso y que además no ha sufrido ningún desgaste político.
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