Ríos de tinta han corrido para hablarnos del éxito. Como si tenerlo llevara implícito el cometido de cambiarle la vida para mal a quienes lo consiguen. Muchas han sido las frases pronunciadas por celebridades para advertir de cómo los triunfadores en cualquier actividad penden siempre de un conducto malvado dispuesto a convertir sus vidas en un infierno.
Don Jacinto Benavente decía que el único éxito que la gente reconocía era el inmerecido. También se ha dicho que hay éxitos que hacen daño a mucha gente. Podría estar enumerando sentencias sobre el logro de la gloria durante una hora o más. Pero me limitaré a escribir literalmente lo que dijo al respecto de la notoriedad Norman Mailer: "El éxito es la mitad de bonito cuando no hay nadie que nos envidie".
Así que José Mourinho debe estar, en estos momentos de tranquilidad, saboreando los 25 títulos logrados como entrenador. Dirigiendo a equipos como Oporto, Chelsea, Inter, Madrid y Manchester United. Dado que no creo que haya en el mundo, al menos en el futbolístico, persona más envidiada que el técnico portugués. Lo cual demuestra que sus éxitos siguen haciendo daño en quienes sienten aversión hacia él.
Los entrenadores saben, si no tienen el caletre averiado, que no se puede tener éxito sin fallos. Por una razón muy sencilla: cuanto más éxito alcanzas, más vulnerable eres; es entonces cuando se cometen los mayores errores. Por ejemplo: yo recuerdo cómo en abril del 2005 el Inter de Milán, dirigido por Mourinho, con un jugador menos por expulsión de Motta, eliminó al Barcelona de la Champións League. Gracias al trabajo de todo el equipo en el aspecto defensivo, y sobre todo de futbolistas tan especiales como Ibrahimovic y Eto'o.
Ambas figuras trabajaron ese día a destajo. Olvidándose de quienes eran para poder cumplir con el plan táctico exigido por su entrenador. A fin de conseguir pasar a una final que acabarían ganándole al Bayern de Múnich. Tarea ímproba que nunca asumió Pogba, cuando se la requería Mourinho. Pogba, a quien he visto jugar en innumerables ocasiones desde su llegada al Manchester United, dio pocas veces la talla esperada. Muy pocas.
La mala actitud del futbolista francés, incapaz de adaptarse a las circunstancias del equipo, fue generando malestar con el entrenador. Enfrentamientos del que suelen aprovecharse quienes no juegan para ponerse de parte del compañero y contra el técnico. Problema frecuente en el fútbol. Y que otrora hubiera cortado de raíz José Mourinho. Pero el paso de los años, y los títulos obtenidos, van haciendo mella en las dotes de mando del jefe. Nada que, debido a la edad del portugués, no pueda remediar con un descanso apropiado.
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