El secretario general del Partido Socialista de Ceuta, Manuel Hernández, tras escuchar atentamente el discurso de Navidad de nuestro alcalde, tardó nada y menos en decirle que su parlamento estaba atiborrado de recursos que son más dignos de un charlatán que el de un político necesitado de respuestas contundentes a los problemas estructurales que sufren las vecinas y los vecinos de Ceuta.
Considerando que el señor Hernández se ha ganado fama de ser persona comedida, prudente y quizá demasiado discreta en cuanto hace o dice, debo reconocer que me ha sorprendido que haya calificado a Juan Vivas de charlatán. Como si semejante acusación careciera de importancia. Cuando el susodicho vocablo está preñado de malaúva.
Charlatán es un adjetivo que suele adjudicarse a los embaucadores. Acepción de embaucar, según el diccionario de María Moliner: Engañar a alguien provocando su admiración con palabras, actos o cosas engañosas. Charlatán se encuentra también en El Gran Libro de los Insultos. Cuyo autor es Pancracio Celdrán Gomariz.
Aparece el palabro como Charlón. Charlatán; sujeto insubstancial que habla sin ton ni son, por los codos, a fin de aburrir a su interlocutor y poder engañarlo. Resalta que es voz de uso muy frecuente en Ecuador. Pero, metido ya de hoz y de coz en lo que significa este vocablo, he creído conveniente decirles cuál es su procedencia
Charlatán. El papado medieval autorizaba ocasionalmente ventas de "indulgencias", para solventar sus crisis monetarias, de modo que cualquier ciudadano que quisiera contribuir a la ayuda religiosa ganaría el perdón de sus pecados. Por razones desconocidas, los italianos empezaron a llamar a los vendedores de indulgencias, "cerretano", refiriéndose concretamente a los habitantes de Cerreto, pueblo situado a ciento cincuenta kilómetros al norte de Roma.
Quizá algún vendedor notorio fue natural de Cerreto, o quizá la ciudad se hizo famosa por el agudo sentido comercial de sus habitantes. Como dichos vendedores tenían que ser personas de mucha labia, "cerretano" se distorsionó en "cierlatano", probablemente bajo la influencia del verbo italiano "ciarlare", "charlar". En español se convirtió en charlatán, y primero se aplicó a cualquier vendedor de habla rápida, extendiéndose después a cualquier persona que habla mucho y sin substancia.
El secretario general del PSOE de Ceuta, persona prudente, moderada y discreta, tal vez acusó a nuestro alcalde de discursear como un charlatán por estar convencido de que es una descalificación rebajada con sifón. Vamos, un adjetivo carente de importancia. Ahora bien, queriendo o sin querer, el señor Hernández, seguramente, ha herido el amor propio de nuestro alcalde.
"Menos mal que el amor propio es un animal que puede dormir bajo los golpes más crueles, pero que se despierta, herido de muerte, por un simple arañazo". Que si no...
"Menos mal que el amor propio es un animal que puede dormir bajo los golpes más crueles, pero que se despierta, herido de muerte, por un simple arañazo". Que si no...
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