El galés siempre aparece para que sus detractores, que los tiene en cantidad, bajen la cerviz. Porque a todos ellos les cuesta lo indecible digerir que su calidad es incuestionable. Lo cual no sucedería si hubiera nacido en cualquier rincón de España. Entonces, sin duda alguna, sería considerado un mago. Y hasta se diría que, por serlo, no había por qué exigirle que estuviera bien en todos los partidos.
Gareth Bale, jugando en la banda izquierda, ha sido vital para derrotar a un Kashima que, durante el primer tercio del partido, mantuvo a raya al Madrid. Todo empezó con un fallo de Ramos que remedió Courtois con una gran intervención. Y, a renglón seguido, los japoneses fallaron un gol cantado. La ocasión se produjo en un saque de esquina.
el Madrid, poco a poco, se fue adueñando del balón. Y sus centrocampistas se dieron cuenta de que Bale estaba dispuesto a destrozar a su marcador. Y decidieron, como era lógico, jugarle al espacio libre. También Marcelo participó de esa decisión. El fin de fiesta lo cerró el galés con tres goles. Un hat-trick que dejaba sumido en una depresión a los japoneses.
Luego llegaron los cambios: Bale y Lucas Vázquez dejaron sus sitios a Isco y Marco Asensio. Pero éste se lesionó muy pronto y salió Casemiro. Y el Madrid fue a menos en todos los sentidos. El primer aviso de la decadencia de su juego empezó cuando Sergio Ramos, sin causa que lo exigiera, se incorporaba al ataque para hacerse notar. Decisión tan absurda como innecesaria. Lo que unido a que todos eran ya centrocampistas, y primaban los regates, llegó el gol del equipo nipón.
El partido nos ha permitido ver a un magnífico Benzema. Actuando, una vez más, como delantero falso. Lo que mejor sabe hacer. Aunque cierto es que sus movimientos no son aprovechados para que la segunda línea tire a gol. Asimismo ha vuelto a sobresalir Marcos Llorente. Quien está jugando con la misma eficacia que lo hacía en el Deportivo Alavés. Courtois, aunque intervino poco, dio pruebas evidentes de su valía.
En fin, que el Madrid jugará la final... Gracias a un partido extraordinario de Gareth Bale. Y lo hizo jugando en la banda izquierda. Demarcación en la que si se le juega al espacio libre es capaz de hundir en la miseria a cualquier defensa. Ya lo hizo con Bartra, si mal no recuerdo, en una final de la Copa del Rey frente al Barcelona en Mestalla. O sea.
Luego llegaron los cambios: Bale y Lucas Vázquez dejaron sus sitios a Isco y Marco Asensio. Pero éste se lesionó muy pronto y salió Casemiro. Y el Madrid fue a menos en todos los sentidos. El primer aviso de la decadencia de su juego empezó cuando Sergio Ramos, sin causa que lo exigiera, se incorporaba al ataque para hacerse notar. Decisión tan absurda como innecesaria. Lo que unido a que todos eran ya centrocampistas, y primaban los regates, llegó el gol del equipo nipón.
El partido nos ha permitido ver a un magnífico Benzema. Actuando, una vez más, como delantero falso. Lo que mejor sabe hacer. Aunque cierto es que sus movimientos no son aprovechados para que la segunda línea tire a gol. Asimismo ha vuelto a sobresalir Marcos Llorente. Quien está jugando con la misma eficacia que lo hacía en el Deportivo Alavés. Courtois, aunque intervino poco, dio pruebas evidentes de su valía.
En fin, que el Madrid jugará la final... Gracias a un partido extraordinario de Gareth Bale. Y lo hizo jugando en la banda izquierda. Demarcación en la que si se le juega al espacio libre es capaz de hundir en la miseria a cualquier defensa. Ya lo hizo con Bartra, si mal no recuerdo, en una final de la Copa del Rey frente al Barcelona en Mestalla. O sea.
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