Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 29 de diciembre de 2018

Adiós 2018

Cuán poco duran los años cuando se han cumplido muchos. Para mí, hace un año fue como ayer y, sin embargo, cuando era adolescente, un año duraba una eternidad. Quizá por ese deseo que los jóvenes teníamos de ser adultos cuanto antes para evitar las críticas constantes de quienes se consideraban hombres hechos y derechos. Y, naturalmente, para poder acceder a lo que nos estaba prohibido.

Qué no daría yo -ay, inolvidable Rocío Jurado- por empezar de nuevo. Aunque hubiera de pasar por las mismas circunstancias. Qué no daría yo por cometer los mismos errores  de adolescente que nunca necesitó de estrategias de defensa para enfrentarse a las realidades de esos años tan difíciles. Qué no daría yo... Y así seguiría parafraseando a la inmortal artista chipionera. Pero tampoco es cuestión de dolerse en exceso. No vaya a ser que de tanto mirar hacia atrás me quede como la mujer de Lot.

Así que me van a permitir que me centre en el año que está punto de expirar. El cual pasará a la historia como uno de los más tortuosos de cuantos hemos vivido en esta segunda década del 2000. La clase media, tras la crisis económica, todavía no se ha recuperado. Lo cual no deja de ser motivo de inestabilidad. No olviden que la clase media es la que asegura la estabilidad del Estado, permanece fiel a las leyes y desconfía de los arrebatos (Aristóteles).

Los independentistas catalanes, aprovechando el descontento generalizado de una nación en crisis, con la ayuda de comunistas, anarquistas, etarras..., y ante el desconcierto socialista, no cesan en su empeño de romper la unidad de España. Cualquier persona conocedora de nuestra historia verá los sucesos catalanes como los ocurridos en 1937. Si bien, afortunadamente, sin que las armas hayan salido a escena todavía.

Conviene decir que los independentistas catalanes, alentados por parte de la burguesía, siguen detestando a los españoles. Ellos han querido perpetuamente ser suizos o franceses. Y hasta hubo un tiempo, durante nuestra guerra civil, que desearon formar parte de la Rusia estalinista. Y, por encima de todo, soñaron siempre con poder piratear el Mediterráneo. De hecho, en Sicilia fueron aborrecidos hasta la náusea.

La derrota del socialismo en Andalucía ha puesto fin a 36 años de hegemonía de un partido cuyas cabezas más visibles se consideraban imbatibles. Hecho que se ha producido gracias a los diputados obtenidos en las urnas por VOX. Partido que ha irrumpido en la escena política con éxito. Además de mostrar sus primeros espadas brios suficientes para soportar los ataques furibundos que vienen recibiendo sin solución de continuidad. Ensañamiento que no hace sino aumentar el número de personas dispuestas a votarles en las próximas elecciones generales. 

En lo tocante a la política local, o sea, Ceuta, Juan Vivas será el candidato que elija Pablo Casado cuando el próximo año esté dando sus primeros pasos. Es decir, ya mismo. En la calle y en los sondeos se percibe un creciente malestar porque haya decidido seguir en el machito. No en vano lleva como alcalde la friolera de 18 años.

Una eternidad que hubiese ya aburrido a cualquier persona con sentido de haber traspasado ya los límites del hartazgo. Pablo Casado confía ciegamente en que VOX y Cs saquen del atolladero a su candidato. Ahora bien, no tengo la menor duda de que el presidente del PP, nada más poner los pies en Ceuta, cruzará los dedos. No vaya a ser...

Adiós 2018.  El cual no ha sido precisamente un año para que lo festeje quien escribe.











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