Respuesta a un amigo bético

Me llama un amigo mío, bético hasta la médula, para preguntarme si mis opiniones sobre el Betis son debidas al interés que su equipo despierta en mí. Deduzco de sus palabras un deje de ironía. Porque él sabe muy bien que yo soy del Madrid antes de hacer ambos la Primera Comunión. Aunque tampoco le niego que a mí me agradan sobremanera los triunfos del club de sus amores. Siempre y cuando, claro es, el rival no sea el de mis entretelas. 

Los motivos por los cuales el Betis goza de mis simpatías son lógicos y datan de antiguo. Uno de ellos fue que tuve la suerte de ver jugar a Luis del Sol con el Utrera, un domingo de 1953, frente al Portuense en el Campo Eduardo Dato. Su actuación me encandiló. Hasta el punto de que a partir de entonces yo tomé partido por él cuando las discusiones se centraban en si el futbolista del Betis era mejor o peor que Luis Suárez. Por ser ambos de características diametralmente opuestas.

Mi amigo me escucha atentamente, y yo aprovecho la ocasión para enumerarle los jugadores procedentes del Betis que estuvieron conmigo durante mi etapa de entrenador: Jenaro, Demetrio, Nebot, Campos, Frigols y Macario. Asimismo le cuento la amistad que mantuve con Vicente Montiel; masajista a quien algunos entrenadores recurríamos para que nos tratara a los jugadores con lesiones musculares. Y, por último, no es la primera vez que aireo mi afecto por el padre de Joaquín Sánchez.

Como verás, amigo, no me faltan razones para que tú comprendas por qué suelo emitir pareceres sobre el juego de un equipo que me hace tilín desde hace muchos años: el Betis. Cuya plantilla es de las mejores de nuestro fútbol. Así que trataré de decirte muy claro lo que pienso del equipo dirigido por Quique Setién. Que  al fin y al cabo lo cortés no quita lo valiente. Iré al grano.

A mí me parece muy bien que todo entrenador elija el estilo de juego adecuado a las cualidades de sus futbolistas. Pero ese estilo jamás estará por encima de lo que exijan las circunstancias del momento. Las mismas eventualidades que hacen posibles que los hombres consigan logros o fracasos en sus quehaceres. De hecho, válgame el ejemplo, el Barcelona ganó en Vallecas prescindiendo de su tan celebrado tiquitaca.

Quique Setién es un técnico de ideas fijas. Es la impresión que me causa tanto por su forma de actuar como por sus declaraciones. En el partido frente al Celta, cuando los aficionados protestaban ruidosamente por los saques en corto de Pau López, debido al peligro que generaban los gallegos con su presión alta e intensa, un saque largo del guardameta verdiblanco acabó en gol, tras una jugada tan sencilla como certera. Acción relampagueante que nada tiene que ver con la posesión por sistema.

Por si fuera poco, el Betis obtuvo el segundo tanto y decidió seguir jugando con su estilo, el que le ha impuesto su entrenador. Y, en menos que canta un gallo, el equipo gallego tocó a rebato y se puso por delante en el marcador. Luego, un gran de gol de Canales, a balón parado, salvó a su entrenador del lío en que se había metido.

Por cierto, la pérdida de tiempo por parte de los recogepelotas del Villamarín cuando el resultado era favorable a los locales, originó una tángana entre futbolistas y componentes de ambos banquillos, que me recordó lo dicho por el entrenador bético en Milán: "Pido perdón por la pérdida de tiempo de mis jugadores". Por la boca muere el pez...

En esta ocasión, y al final del partido, el técnico cántabro culpó de la derrota a sus jugadores por no haber hecho de la posesión su mejor arma. Cuando la posesión absurda de su equipo, es decir, el exceso de pases, es la que le sirvió al Celta para marcar tres goles. El entrenador del Betis, con todos mis respetos, debería saber que las ideas fijas son contraproducentes. Las circunstancias del juego son las que mandan.

Mi amigo, bético hasta la médula, no dice ni pío