Por la mañana, durante mi caminata habitual, un conocido mío, entrado en años, levanta su mano derecha, nada más verme, como si fuera un guardia de tráfico, con el deseo evidente de pararme. Tras los saludos de rigor, no duda en ir al grano: "Verás, Manolo, acabo de leer lo que has escrito sobre Yolando Bel y su alusión al GIL".
"Declaraciones que yo desconocía. Y lo primero que me ha venido a la mente es cómo se le ha ocurrido a la secretaria del Partido Popular mentar la soga en casa del ahorcado. ¿Acaso esa señora desconoce que airear esas cuestiones molestan y avergüenzan a quienes se sumaron a ese partido con un entusiasmo rayano en la violencia callejera contra quienes no pensaban como ellos?".
Dado que las nubes, color de panza de burro, amenazaban agua y la humedad se dejaba sentir en mis huesos, decidí con la educación correspondiente, despedirme de mi interlocutor. No sin antes reconocerle que decía verdades como puños. Verdades sabidas de memoria por quien escribe. Pero redoblar el tambor en este asunto nunca fue de mi agrado.
No obstante, creo que hay cosas que no se deben silenciar, ni siquiera con el paso del tiempo, para refrescar la memoria de los desmemoriados. Y sobre todo de una desmemoriada: Yolanda Bel. El GIL vino a Ceuta porque hubo empresarios que fueron a Marbella para decirle a Jesús Gil que esta ciudad estaba abandonada por el Gobierno presidido por José María Aznar. Empresarios de derechas
Al frente de aquel movimiento se pusieron periodistas que hasta entonces habían sido tratados a cuerpo de rey por autoridades del PP. Periodistas que pasaron a ocupar cargos importantes nada más producirse la victoria de Antonio Sampietro. Todavía me parece estar viéndolos encima de una plataforma de vehículo descubierto, indisponiendo a los ciudadanos contra los populares
Otros recibieron prebendas variadas. Y qué decir de los sujetos que fueron premiados con empleos de escaso trabajo y muy bien remunerados. Por el mero hecho de haber participado en una campaña recordada por la animadversión tenida hacia quienes no compartíamos semejante desatino. Que éramos tan pocos como para poder contarnos con los dedos de una mano.
Por consiguiente, aunque sea pasando por encima de lo sucedido cuando Jesús Gil arribó a Ceuta (por cierto, aclamado por una multitud que intentó llevarlo a hombros hasta la sede de su partido), conviene decir que el GIl no engañó a los ceutíes. Que los embaucadores fueron todos aquellos que fueron a Marbella para decirle al dueño de Imperioso que en Ceuta se le admiraba y se le esperaba con verdadera devoción. Covenciendo, además, a innumerables ciudadanos, por todos los medios a su alcance, de que el entonces presidente del Atlético de Madrid era la persona idónea para regir los destinos de esta tierra.
Nota: a Juan Vivas, siendo ya alcalde, le pregunté en una entrevista por qué había tantos 'gilistas' colocados en sitios privilegiados de la Administración Local. Y me respondió lo siguiente: "Porque son muy válidos".
"Declaraciones que yo desconocía. Y lo primero que me ha venido a la mente es cómo se le ha ocurrido a la secretaria del Partido Popular mentar la soga en casa del ahorcado. ¿Acaso esa señora desconoce que airear esas cuestiones molestan y avergüenzan a quienes se sumaron a ese partido con un entusiasmo rayano en la violencia callejera contra quienes no pensaban como ellos?".
Dado que las nubes, color de panza de burro, amenazaban agua y la humedad se dejaba sentir en mis huesos, decidí con la educación correspondiente, despedirme de mi interlocutor. No sin antes reconocerle que decía verdades como puños. Verdades sabidas de memoria por quien escribe. Pero redoblar el tambor en este asunto nunca fue de mi agrado.
No obstante, creo que hay cosas que no se deben silenciar, ni siquiera con el paso del tiempo, para refrescar la memoria de los desmemoriados. Y sobre todo de una desmemoriada: Yolanda Bel. El GIL vino a Ceuta porque hubo empresarios que fueron a Marbella para decirle a Jesús Gil que esta ciudad estaba abandonada por el Gobierno presidido por José María Aznar. Empresarios de derechas
Al frente de aquel movimiento se pusieron periodistas que hasta entonces habían sido tratados a cuerpo de rey por autoridades del PP. Periodistas que pasaron a ocupar cargos importantes nada más producirse la victoria de Antonio Sampietro. Todavía me parece estar viéndolos encima de una plataforma de vehículo descubierto, indisponiendo a los ciudadanos contra los populares
Otros recibieron prebendas variadas. Y qué decir de los sujetos que fueron premiados con empleos de escaso trabajo y muy bien remunerados. Por el mero hecho de haber participado en una campaña recordada por la animadversión tenida hacia quienes no compartíamos semejante desatino. Que éramos tan pocos como para poder contarnos con los dedos de una mano.
Por consiguiente, aunque sea pasando por encima de lo sucedido cuando Jesús Gil arribó a Ceuta (por cierto, aclamado por una multitud que intentó llevarlo a hombros hasta la sede de su partido), conviene decir que el GIl no engañó a los ceutíes. Que los embaucadores fueron todos aquellos que fueron a Marbella para decirle al dueño de Imperioso que en Ceuta se le admiraba y se le esperaba con verdadera devoción. Covenciendo, además, a innumerables ciudadanos, por todos los medios a su alcance, de que el entonces presidente del Atlético de Madrid era la persona idónea para regir los destinos de esta tierra.
Nota: a Juan Vivas, siendo ya alcalde, le pregunté en una entrevista por qué había tantos 'gilistas' colocados en sitios privilegiados de la Administración Local. Y me respondió lo siguiente: "Porque son muy válidos".
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