Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Emilio Lamorena y Juan Manuel López

Muchas mañanas tengo yo la oportunidad de divisar desde lejos a Emilio Lamorena por el Paseo de la Marina. Siempre con su andar cadencioso, su figura erguida y ese aire de elegancia que siempre lo ha distinguido. La elegancia de mi querido amigo va de dentro a fuera. Elegancia por dentro que por fuera todo lo serena. 

Emilio se ha reído cuando se lo he dicho. Y, a renglón seguido, me ha respondido:

-Manolo, lo que sucede es que tú me miras con buenos ojos...

Hoy hemos hablado de todo un poco. De cuando nos presentaron en el pueblo que fui nacido: El Puerto de Santa María. Y hasta hemos sido capaces de acordarnos del nombre del hotel donde nos conocimos. Prueba evidente de que la memoria, aunque leve y frágil, aún nos permite recordar el comienzo de nuestra amistad. La que perdura desde 1979. Ya ha llovido... 

Con Emilio Lamorena, y creo que haberlo dicho ya más de una vez, si bien no me importa la repetición, hablo yo de cualquier asunto con absoluta tranquilidad. La que él ha ido generando en mí. Por más que a veces nuestras posiciones fueran diametralmente opuestas tanto en cuestiones políticas como sociales. Como debe ser...

Juan Manuel López, Juanma. Estoy hablando de quien en la década de los setenta parecía llamado a ser figura de nuestro fútbol. Destacó sobremanera en las categorías inferiores del Real Madrid. Bajo la mirada atenta de Miguel Malbo y de Antonio Ruiz. Con quienes tuve muy buenas relaciones. En la temporada 74-75, como entrenador del Algeciras, padecí yo la calidad que atesoraba un extremo capaz de estar durante minutos y minutos adormecido y de repente surgía para desequilibrar todo el entramado defensivo. Extremo de los de verdad, nunca he olvidado un Jerez Deportivo-Algeciras en el Estadio Domecq.  

Juanma estaba siendo marcado por González; lateral fornido y no exento de velocidad. Defensa que yo había aleccionado acerca de las características del jugador ceutí. ¡Cuidado con él! -le dije. Porque es capaz de hacerte creer que está sesteando para, cuando tú menos lo espere, ponerte en evidencia. Y así fue: cuando el empate a cero parecía que ya no sufriría alteración, Juanma puso el Domecq en pie. Un descuido de su marcador acabó en golazo del futbolista caballa. Quien en la temporada 79-80, jugando la Agrupación Deportiva Ceuta frente al Portuense en El Murube, también puso a Quintero, su marcador, al borde del disparate.  

Con Juamna suelo yo hablar muchos días. Dado que vivimos en el mismo barrio. Hoy la conversación se ha basado en cómo he logrado yo perder cinco kilos. De fútbol no hemos dicho ni pío. Pues no está el Madrid para que dos madridistas se pongan a hurgar en la herida de una mala racha.  













No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.