José Antonio Labordeta dice en Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados que las comisiones de investigación le parecieron una estafa desde el primer día que asistió a una de ellas. Que valían únicamente para que unos políticos arremetieran contra otros. El ejemplo más reciente ha sido el enfrentamiento habido entre Beatriz Escudero, diputada del PP, y Gabriel Rufián, diputado perteneciente a Ezquerra Republicana de Cataluña.
El espectáculo protagonizado por la señora Escudero y el señor Rufián, mientras que Álvarez Cascos, como investigado, se reía a mandíbula batiente y Pedro Quevedo, presidente de la cosa, se desgañitaba pidiendo cordura, ha evidenciado, una vez más, "que por muy sucia que se imagine uno la política, siempre lo es mucho más".
La política traiciona a cada uno de los personajes. Revela que el elemento personal nunca queda aniquilado, que no existe la objetividad ni el verdadero sacrificio personal, pero que las personas utilizan las ideas políticas para herir y luchar unas contra otras, que no se trata de una dedicación encaminada a favorecer a los ciudadanos, sino a una ideología que puede convertirlos en enemigos acérrimos.
Gabriel Rufián se ha encontrado de la noche a la mañana gozando de una popularidad que él se encarga de mantener a toda costa. Se le nota a la legua lo mucho que disfruta siendo en todo momento primera figura de todos los líos. En ese ambiente está en su propia salsa. No cabe duda de que es un provocador nato. Y supo como sacar de sus casillas a la diputada popular, calificándola de palmera. O sea, de agradaora de cuanto respondía Álvarez Cascos.
Fue entonces cuando la señora Escudero, herida en su amor propio, perdió los nervios. Para regocijo de Rufián. Gritándole, toda descompuesta, que era un imbécil y que a ella no le guiñara el ojo. Los sinónimos de imbécil son muchos: idiota, bobo, estúpido, de inteligencia normalmente deficiente... Y también podría, ateniéndome a todo lo que viene en El Gran Libro de los Insultos, elegir acepciones al respecto. Pero prefiero destacar, para no alargarme, lo que escribió Ortega y Gasset, coétaneamente, en su prólogo a la edición francesa de La rebelión de las masas.
-Ser de izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas formas que el hombre puede elegir para ser un imbécil.
Imbécil no fue voz utilizada como insulto hasta mediado del siglo XIX.
Gabriel Rufián, tan listo él, o no supo o no quiso defenderse de su guiñar de ojo con que fue acusado por la diputada del PP. Cosa rara y sorprendente. Pero ayer en La Sexta Noche, programa que presenta Iñaki López, fue entrevistado Rufián, Rufi o Juanga, comoquiera que lo llamen sus amigos, y creí ver que tiene un tic en el ojo izquierdo. El ojo del lío. Quizá sea la causa por la cual el independentista de ERC no dijo ni mu durante su rifirrafe con la señora Escudero.
La política traiciona a cada uno de los personajes. Revela que el elemento personal nunca queda aniquilado, que no existe la objetividad ni el verdadero sacrificio personal, pero que las personas utilizan las ideas políticas para herir y luchar unas contra otras, que no se trata de una dedicación encaminada a favorecer a los ciudadanos, sino a una ideología que puede convertirlos en enemigos acérrimos.
Gabriel Rufián se ha encontrado de la noche a la mañana gozando de una popularidad que él se encarga de mantener a toda costa. Se le nota a la legua lo mucho que disfruta siendo en todo momento primera figura de todos los líos. En ese ambiente está en su propia salsa. No cabe duda de que es un provocador nato. Y supo como sacar de sus casillas a la diputada popular, calificándola de palmera. O sea, de agradaora de cuanto respondía Álvarez Cascos.
Fue entonces cuando la señora Escudero, herida en su amor propio, perdió los nervios. Para regocijo de Rufián. Gritándole, toda descompuesta, que era un imbécil y que a ella no le guiñara el ojo. Los sinónimos de imbécil son muchos: idiota, bobo, estúpido, de inteligencia normalmente deficiente... Y también podría, ateniéndome a todo lo que viene en El Gran Libro de los Insultos, elegir acepciones al respecto. Pero prefiero destacar, para no alargarme, lo que escribió Ortega y Gasset, coétaneamente, en su prólogo a la edición francesa de La rebelión de las masas.
-Ser de izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas formas que el hombre puede elegir para ser un imbécil.
Imbécil no fue voz utilizada como insulto hasta mediado del siglo XIX.
Gabriel Rufián, tan listo él, o no supo o no quiso defenderse de su guiñar de ojo con que fue acusado por la diputada del PP. Cosa rara y sorprendente. Pero ayer en La Sexta Noche, programa que presenta Iñaki López, fue entrevistado Rufián, Rufi o Juanga, comoquiera que lo llamen sus amigos, y creí ver que tiene un tic en el ojo izquierdo. El ojo del lío. Quizá sea la causa por la cual el independentista de ERC no dijo ni mu durante su rifirrafe con la señora Escudero.
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