Tengo un amigo, madridista él, que no se corta lo más mínimo en decirme que mis críticas desfavorables hacia nuestro equipo son excesivas. Incluso las catalogas de acerbas. El tono de su voz, a través del teléfono, me suena a enfado. Frenado, eso sí, por su educación y por el mucho aprecio que ha mostrado siempre tenerme. Pero la pasión ha estado a punto de hacerle perder la compostura. La pasión y los disgustos que ha ido acumulando con las últimas y desafortunadas actuaciones del equipo dirigido por Julen Lopetegui.
Tras escuchar atentamente sus quejas hacia mí, las cuales le han servido para desahogarse, le hago la siguiente pregunta: ¿me puedes decir que viste del Madrid en Mendizorroza digno de ser destacado? El silencio se hace eterno. Dando la impresión de que mi amigo carece de respuesta. Silencio que rompe con ese bueno tan explotado en las entrevistas y con el que inevitablemente comienzan sus réplicas casi todos los llamados a ilustrar el deporte rey con sus opiniones.
-Bueno, Manolo, la verdad es que a mí lo que me hace feliz es que gane mi equipo aunque juegue muy mal. Y, bueno, como tú bien sabes, yo no soy perito en la materia... Bueno..., qué quieres que te diga que tú no sepas.
Una persona que usa ese tonto artilugio con semejante intensidad, aun siendo amigo mío, llega a ser tan jartible como para colgarle el teléfono. Sin que uno llegue a padecer de sentimiento de culpabilidad. Menos mal que yo paso por una etapa en la cual he resuelto el problema de cómo no herir a nadie, o cómo herir con anestesia. Y contesto así.
El problema de Lopetegui es que el estilo de juego ideado por él, y por sus numerosos asistentes, estaba hecho a la medida de Isco Alarcón. Y, naturalmente, la baja de éste es la que viene causando tantos problemas en el equipo. Debido a que Ceballos, lo más parecido como jugador al nacido en Arroyo de la Miel, ha dado en la manía de cometer los mismos errores que el malagueño.
Mi amigo, que vuelve a redoblar el tambor con bueno..., Manolo, y qué me dices de Ramos. Pues que ayer fue víctima de Calleri: delantero centro corpulento, que fue capaz de sacar de quicio al conocido como mariscal de campo del conjunto merengue. Por cierto, la mejor opción de sacar el balón jugado desde atrás por el Madrid es, por sistema, el cambio de orientación de SR hacia la banda derecha. Lo cual no deja de ser una innovación (!).
-Bueno, Manolo, por qué Mariano apenas remata cuando juega unos minutos.
Porque a Mariano hay que asistirlo desde los costados. Y Lopetegui, cuando recurre a él, resulta que el juego por las bandas ha desaparecido. No basta, como ayer sucedió, con las intervenciones de Odriozola. Amén de que estaba ya muy fatigado en la segunda parte. Y, sobre todo, conviene que un segundo delantero se aproveche de la lucha del hispanodominicano con los centrales para hacer daño.
-Bueno...
Mira, amigo, como te dirijas a mí, otra vez, empezando la frase con bueno, seré yo quien te ponga en tu sitio. Así que fin de la cosa; si bien antes te diré lo siguiente: el Madrid ni presiona bien arriba ni tampoco sabe defenderse en bloque. Todo lo fía a lo que salga. Por eso va de mal en peor.
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