Destacábamos ayer el acierto que había tenido Julen Lopetegui al asignarle a Modric la misión de marcar a De Rossi, mediocentro defensivo y además cabeza visible de la dirección de su equipo desde atrás. Quienes juegan en esa posición, además de convertirse en escudos de su defensa cuando dominan los rivales, han de ser muy seguros en sus pases. Y, desde luego, es preferible que alejen el balón antes de perderlo en zona tan peligrosa. Pues cuentan con la ventaja de ver todo el campo de frente.
Los marcajes a los mediocentros defensivos deben encomendarse a futbolistas capaces de asimilar tácticamente lo que se les exige. Y si gozan de calidad, pues miel sobre hojuelas. Preferible que el elegido sea un segundo delantero o un volante con capacidad ofensiva. ¿Cuáles son las exigencias? Las que Modric derrochó el martes pasado. Marcar muy encima a De Rossi cuando éste se disponía a recibir la pelota. Superada esa primera fase, participar con sus compañeros en actividades defensivas sin perder de vista a su rival. También en las ofensivas. Y sobre todo estar convencido de que cualquier robo de balón lo pone en condiciones de marcar gol o de dar el último pase.
A medida que transcurría el tiempo y Modric superaba en todos los aspectos a De Rossi, veterano y extraordinario mediocentro, yo pensaba que Eusebio Di Francisco, entrenador de la escuadra romana, recurriría al siguiente movimiento: adelantar a De Rossi, con misión específica, y dejarle a N'Zonzi el protagonismo como escudo de la defensa. Sin meterse en camisa de once varas. Pero el técnico italiano lo confió todo a la casualidad. A esa ausencia de mala suerte que ayuda a muchos entrenadores a lograr victorias porque sí.
Aunque la falta de decisión de Di Francisco me permitió comprobar, una vez más, las muchas cualidades que atesora Modric. Todas ellas propician una condición inmejorable de un futbolista de tronío. Por cierto, a quien recomendó al Madrid el fichaje del croata habría que estarle agradecido toda la vida. Pero mucho me temo que no será así. Allá cuidados...
Cuidado tendrán que tener los centrales con Mariano, cada vez que éste juegue. Aunque sólo sea un ratito. Parece mentira que alguien versado en fútbol dijera del hispano-dominicano (antes de ser enviado al Olympique de Lyon), para minusvalorarlo, que nada más que tenía entusiasmo y gol. Como si ambas cualidades no fueran ya la mejor tarjeta de presentación para cualquier delantero. Ayer, en escasos minutos, Mariano armó un lío gordo en el Bernabéu. Y no me cabe la menor duda de que será siempre un delantero imprescindible cuando los partidos se pongan complicados.
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