Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben... Son palabras que se le adjudican a Graham Green. Autor, entre otros libros, de El hombre desgraciado y El ministerio del miedo. Por cierto, aprovecho la ocasión para recomendarlos. Lo cierto es que el hecho de escribir obedece a una vocación apremiante. Y Gabriel García Márquez aseguraba que escribiendo lograba quitarse el dolor de cabeza y la mala disgestión.
Para escribir hay que leer muchísimo. Lo cual no deja de ser un ejercicio exigente y que va haciendo mella en la salud. Es necesario tener historias que contar y, desde luego, seducir con ellas a los lectores. Tampoco puede echarse en saco roto lo que aporta a la causa la capacidad de observación. Quien decide escribir lo primero que busca es un estilo. Y lo hace leyendo a los mejores. Aun a riesgo de caer en la tentación de tomar uno prestado; es decir, copiado de otro.
Pero no es del estilo espontáneo o copiado de lo que se viene hablando en España todos los días. Sino de las tesis y másteres plagiados por políticos. Cometiendo el desatino de no entrecomillar lo escrito. De haber optado por poner los signos como mandan los cánones, a estas alturas no estarían sometidos a juicio público permanente.
Y me explico: se les podría tachar de andar escasos de imaginación. Tratándose de políticos no hubiera extrañado a nadie. Y hasta se hubieran permitido el lujo de recordar lo que al respecto del plagio decía Eugenio d'Ors (escritor catalán, residente en Madrid, y que era tenido por un españolista mal visto en Cataluña, y por separatista catalán en Madrid). Lo que no es tradición es plagio.
Sentencia dorsiana válida, como el bicarbonato, para solucionar todos los problemas. Respondió alguien de cuyo nombre no me acuerdo en estos momentos. Y no dudó en añadir que todo lo que es tradición es tópico y los topicazos son los que contribuyen a cimentar la Historia. Y nos alegran la vida.
Otro recurso que tenían los políticos acusados de plagiadores, quizá el mejor, hubiera sido empaparse de todo lo que necesitaban saber, olvidarse de ello, para luego reinventar lo plagiado. La gente no nace sabiendo. Me parece que fue Octavio Paz quien dijo que la vida siempre es plagio.
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