Mi amistad con Severiano Villa comenzó cuando yo era entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta. Nuestra conversación diaria se hallaba dominada por este asunto. Dado que el fútbol lo tenía chiflado. Y sobre todo el Imperio de Ceuta. Luego, cuando yo decidí dejar la profesión de entrenador, nos veíamos ya de higos a brevas. Así que hubo de pasar mucho tiempo para que un día coincidiéramos en el establecimiento de Antonio Martín.
De Antonio Martín no tengo el menor inconveniente en decir que con el paso de los años se ganó mi confianza. De tal modo que nunca al pasar por el Sardinero camino de mi casa dejé de charlar con él en su negocio. Jamás le tuve por amigo sino por un conocido de primera preferente. Y cuando se lo decía, entre bromas y veras, Antonio se reía a mandíbula batiente. Hoy, cuando AM está a punto de no dejarse ver más en su librería, siendo testigo Severiano Villa, me pregunta si se ha ganado ya mi amistad.
Y a mí me da por recitarle de memoria algo que yo escribí hace ya varios años en relación con la amistad. "Un verdadero amigo es un regalo de Dios. Cita anónima. Y dado que Dios, por estar en las alturas, suele regalar poco, los mortales deberíamos cuidarnos con mucho tiento a la hora de conceder semejante adjetivo. Así que viviendo yo en edad septuagenaria, me produce mucho miedo pronunciar un vocablo que, como el amor, es ya impopular de tanto usarse sin tino ni medida. Hablando en plata: la palabra amigo está devaluada".
Ahora bien, no te quepa la menor duda, amigo Antonio, que te echaré de menos cada vez que yo pase por delante de este local y tú ya no estés llamando mi atención para pegar la hebra. Frase que, de tanto repetirla yo, has hecho ya tuya. Y, desde luego, tengo la certeza de que Severiano Villa notará tu ausencia y además tardará mucho tiempo en olvidarse del intercambio de impresiones que habéis mantenido durante tantos y tantos años.
Y a mí me da por recitarle de memoria algo que yo escribí hace ya varios años en relación con la amistad. "Un verdadero amigo es un regalo de Dios. Cita anónima. Y dado que Dios, por estar en las alturas, suele regalar poco, los mortales deberíamos cuidarnos con mucho tiento a la hora de conceder semejante adjetivo. Así que viviendo yo en edad septuagenaria, me produce mucho miedo pronunciar un vocablo que, como el amor, es ya impopular de tanto usarse sin tino ni medida. Hablando en plata: la palabra amigo está devaluada".
Ahora bien, no te quepa la menor duda, amigo Antonio, que te echaré de menos cada vez que yo pase por delante de este local y tú ya no estés llamando mi atención para pegar la hebra. Frase que, de tanto repetirla yo, has hecho ya tuya. Y, desde luego, tengo la certeza de que Severiano Villa notará tu ausencia y además tardará mucho tiempo en olvidarse del intercambio de impresiones que habéis mantenido durante tantos y tantos años.
Querido Antonio Martín: no pocas veces me has dicho lo mucho que te desagradan, como lector que eres y gran radioyente, las críticas repletas de odio. Las haga quien las haga. Y siempre te he dado la razón: pues tengo asumido que no hay que dejarse llevar por la fobia o los sectarismos interiores sin escuchar a la gente. Te lo diré de otra manera -asumiendo el riesgo de caer en la cursilería-: "Antes de ponerse a escribir es preciso saber mirar con simpatía lo que se siente, sin odio, sin piedad, sin cólera. Simplemente, con simpatía. Al dictado de la simpatía no se ensaña uno con la víctima".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.