Cuando el Levante UD luchaba la temporada pasada por evitar un descenso de categoría que se daba ya por descontado, Paco López, entrenador del filial, sustituyó a Juan Ramón López Muñiz. Y a partir de ese momento el equipo granota fue sumando puntos tras puntos hasta estar sus jugadores convencidos de que ganando en el Estadio de San Mamés dejarían al Deportivo de la Coruña, su más inmediato seguidor, a 9 puntos de diferencia. Hablando en plata: ese triunfo valía un Potosí.
Yo seguí la remontada de aque Levante U D con verdadero interés. Pues quien escribe sabe las dificultades que entraña obrar milagros de ese tipo. Y sobre todo porque me encantaba ver jugar a José Luis Morales: conocido como el Comandante en jefe del equipo valenciano. Así que aquel 23 de abril me senté ante el televisor y pude ver otra de sus grandes actuaciones.
Al futbolista treintañero, curtido en equipos modestos, le canté sus excelencias en un artículo titulado Kepa Arrizabalaga y el Comandante Morales. Ganaron los granotas por 1-3. Y en el Estadio de San Mamés los espectadores ovacionaron no pocas veces las intervenciones de Morales. El cual corrió como un gamo, dejando adversarios detrás, y teniendo como punto de mira nada más que la portería de Kepa. Marcó un golazo y trabajó a destajo. Con una calidad digna de encomio.
Así que terminé preguntándome: ¿Cómo es posible que José Luis Morales, El Comandante en jefe, no haya sido requerido nunca por uno de los equipos grandes de nuestro fútbol? Es la misma pregunta que me hice ayer viéndole jugar en el Estadio Benito Villamarín. No se puede jugar mejor ni a tanta velocidad. Fantástico fue el partido que nos ofreció el ya reseñado jugador. Y además marcó dos goles.
Actuación, pues, merecedora de ser proyectada a los niños para que vayan distinguiendo entre lo que es jugar más que bien, con un fútbol rápido, vibrante, eficaz y práctico... Tan opuesto a ese otro gilifútbol que vienen haciendo algunos jugadores encumbrados por los medios, cuyos nombres son harto conocidos, repleto de tonterías y que a nada conducen.
Al futbolista treintañero, curtido en equipos modestos, le canté sus excelencias en un artículo titulado Kepa Arrizabalaga y el Comandante Morales. Ganaron los granotas por 1-3. Y en el Estadio de San Mamés los espectadores ovacionaron no pocas veces las intervenciones de Morales. El cual corrió como un gamo, dejando adversarios detrás, y teniendo como punto de mira nada más que la portería de Kepa. Marcó un golazo y trabajó a destajo. Con una calidad digna de encomio.
Así que terminé preguntándome: ¿Cómo es posible que José Luis Morales, El Comandante en jefe, no haya sido requerido nunca por uno de los equipos grandes de nuestro fútbol? Es la misma pregunta que me hice ayer viéndole jugar en el Estadio Benito Villamarín. No se puede jugar mejor ni a tanta velocidad. Fantástico fue el partido que nos ofreció el ya reseñado jugador. Y además marcó dos goles.
Actuación, pues, merecedora de ser proyectada a los niños para que vayan distinguiendo entre lo que es jugar más que bien, con un fútbol rápido, vibrante, eficaz y práctico... Tan opuesto a ese otro gilifútbol que vienen haciendo algunos jugadores encumbrados por los medios, cuyos nombres son harto conocidos, repleto de tonterías y que a nada conducen.
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