Acabo de leer en un periódico digital: "Un año y medio de Donald Trump. El paro baja al 3,9% y los salarios suben 2,7%. El apocalípsis económico anticipado por los críticos de Trump no se cumple". Y me viene a la memoria lo que yo escribí en noviembre de 2016 en relación contra las críticas furibundas que se hacían del recién elegido presidente de los Estados Unidos de América.
Fue una conversación que mantuve con MS el 10 de noviembre de 2016. Debido a que coincidimos en un corrillo y a mí se me ocurrió decirle que conservaba la lozanía de una muchacha veinteañera. La respuesta de MS fue tan rápida como enérgica: "No sé cómo te atreves a piropearme si sabes bien que no me agrada que se me requiebre".
Sus palabras parecían como un presagio de lo que iba a ocurrir... Y, en vez de ponerme en guardia, continué regalándole el oído con el tacto suficiente como para que mi conocida no tuviera motivo alguno para seguir reprendiéndome. Algo insólito. Puesto que no es lo mismo tener pareceres distintos de los que tocara discutirse que comportarse cual una mujer dispuesta a enseñarme los dientes.
Actitud que jamás, desde que la conocí, había adoptado. Así que me atreví a preguntarle por los motivos que tenía para mostrarme tanto desagrado. MS tardó un instante en ponerme al tanto de las causas de su enfado. El cual, dicho sea de paso, no hacía mella alguna en su más que considerable atractivo.
-Hace pocos días escribiste que no hay peor machismo que darle la razón a una mujer que no la tiene. Y la verdad es que tu afirmación me sentó como un tiro. Tal es así que estuve a punto de telefonearte para cantarte las cuarenta. Pero en el último momento decidí contar hasta diez y tuviste la suerte de que, durante ese intervalo, logré domeñar el enojo que me había producido tu aseveración. Y hay más...
Tras las palabras de MS se hizo el silencio. El cual rompí yo para decirle que estaba deseando saber de qué se trataba ese más.
-Hoy, nada más leer lo que has escrito sobre Donald Trump, por poco me da un jamacuco. Y no he dejado de preguntarme cómo es posible que tú hayas sido tan condescendiente con un tipo que se ha exhibido durante la campaña electoral como un machista recalcitrante; como un adepto al racismo, y con una disposición de ánimo permanente de quien todo lo refiere a sí mismo. Sobre todo dando pruebas evidentes de megalomanía.
Tras el carraspeo de rigor, miré fijamente a MS, y le respondí así: Querida MS, te pongas como te pongas seguiré pensando en que no hay peor machismo que darle la razón a una mujer que no la tiene. Por más que yo siga teniendo el más alto concepto de las mujeres. Aun con las que yerran. Como tú lo estás haciendo ahora.
En lo tocante a Donald Trump, tan vilipendiado en estos momentos, posiblemente no sea tan fiero como lo pintan. Y tampoco debes olvidar que existen las garantías constitucionales y los poderes en la sombra para evitar tropelías de cualquier perturbado que intentara convertirse en la persona de mayor poder en el mundo. Ahora, querida MS, me gustaría que me respondieras a la siguiente pregunta: por qué no creer que Trump puede llegar a ser uno de los mejores presidentes de la historia de EE.UU.
MS, a partir de ese día, me retiró el saludo.
-Hoy, nada más leer lo que has escrito sobre Donald Trump, por poco me da un jamacuco. Y no he dejado de preguntarme cómo es posible que tú hayas sido tan condescendiente con un tipo que se ha exhibido durante la campaña electoral como un machista recalcitrante; como un adepto al racismo, y con una disposición de ánimo permanente de quien todo lo refiere a sí mismo. Sobre todo dando pruebas evidentes de megalomanía.
Tras el carraspeo de rigor, miré fijamente a MS, y le respondí así: Querida MS, te pongas como te pongas seguiré pensando en que no hay peor machismo que darle la razón a una mujer que no la tiene. Por más que yo siga teniendo el más alto concepto de las mujeres. Aun con las que yerran. Como tú lo estás haciendo ahora.
En lo tocante a Donald Trump, tan vilipendiado en estos momentos, posiblemente no sea tan fiero como lo pintan. Y tampoco debes olvidar que existen las garantías constitucionales y los poderes en la sombra para evitar tropelías de cualquier perturbado que intentara convertirse en la persona de mayor poder en el mundo. Ahora, querida MS, me gustaría que me respondieras a la siguiente pregunta: por qué no creer que Trump puede llegar a ser uno de los mejores presidentes de la historia de EE.UU.
MS, a partir de ese día, me retiró el saludo.
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