Durante el partido Uruguay-Portugal me vino a la memoria el nombre de Héctor Núñez: magnífico futbolista y entrenador uruguayo, fallecido en 2001. Fue jugador del Valencia durante siete temporadas y una en el Mallorca. Entrenó al Rayo, Tenerife, Valladolid, Granada, Levante, Valencia y Atlético de Madrid, entre otros equipos. Lo tuve de profesor en el Curso de Entrenadores celebrado en las dependencias del INEF. Corría el verano de 1973.
La primera vez que se dirigió a mí, como jefe del Curso de Entrenadores ya reseñado, fue para decirme que conocía sobradamente mi historial como técnico y para insuflarme tranquilidad. A partir de ahí la amistad surgió entre nosotros. Y no pocas veces mantuvimos conversaciones telefónicas para hablar de fútbol. Sobre todo cuando él dirigía al Valladolid y yo al Mallorca. Sentía devoción por Domingo Balmanya y ganó fama de ser un uruguayo de pies a cabeza.
En nuestras conversaciones, durante los descansos entre prácticas en el INEF, recuerdo que la distinción entre habilidad y técnica en el fútbol era motivo de intercambios de impresiones entre ambos. Impresiones que continuaron mientras que las circunstancia nos permitieron mantenernos en contacto. Habilidad, destreza, aptitud, maña... Coincidíamos en que había que adjudicárselas a un jugador capaz de hacer virguerías con la pelota en los pìes. Y que técnica no dejaba de ser conocimiento del oficio: método, sistema, procedimiento. Y cómo comportarse acorde con las exigencias requeridas por los rivales.
El fútbol desarrollado por los uruguayos en su partido frente a los portugueses, tal vez careció de acciones tenidas por mágicas y tampoco fue un derroche de imaginación; esa loca de la casa a la que hay que retorcerle el cuello, muchas veces, por innecesaria. Ahora bien, lo que nadie pondrá en duda es el perfecto conocimiento del oficio de los jugadores conducidos por Óscar Washington Tabárez. Sabiendo en todo momento contrarrestar los problemas que los portugueses les iban creando. Sin concesiones a la galería.
Traigo esto a colación, en estos momentos, porque me da el pálpito que, tras el fracaso del llamado tiqui-taca, estilo tenido hasta ahora como dogma en la Selección Española, encontrará cobijo en un escenario colosal como es El Bernabéu. Pues mucho me temo que Julen Lopetegui lo elija, poniendo al frente del mismo a su idolatrado Isco Alarcón. Cuya habilidad con el balón atado a los pies, no se le puede negar, como tampoco su desconocimiento de lo que es técnica de conjunto. El tiempo dirá si Lopetegui es capaz de salir airoso de semejante apuesta.
Traigo esto a colación, en estos momentos, porque me da el pálpito que, tras el fracaso del llamado tiqui-taca, estilo tenido hasta ahora como dogma en la Selección Española, encontrará cobijo en un escenario colosal como es El Bernabéu. Pues mucho me temo que Julen Lopetegui lo elija, poniendo al frente del mismo a su idolatrado Isco Alarcón. Cuya habilidad con el balón atado a los pies, no se le puede negar, como tampoco su desconocimiento de lo que es técnica de conjunto. El tiempo dirá si Lopetegui es capaz de salir airoso de semejante apuesta.
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