El nombramiento de Salvadora Mateos Estudillo, "Ory" para los amigos, como delegada del Gobierno en Ceuta, ha sido acogido con satisfacción casi generalizada. Lo cual debe destacarse por ser algo insólito Dado que nunca tuvieron tan buena aceptación quienes la precedieron en un cargo que nunca fue estimado en esta tierra.
Quienes la antecedieron, siempre sufrieron el azote de sus adversarios políticos y sobre todo tuvieron que afrontar (como bien decía Fernando Marín López, el último subdelegado del Gobierno que residió en el edificio de la Plaza de los Reyes) lo que se había convertido en una mala costumbre que él no cesaba de combatir. Por lo que se había granjeado la aversión de muchas personas.
-Mire usted, Amores -dijo en una entrevista al periodista-, a este despacho llegan los interesados en que nada se innove y que se haga sólo su santa voluntad, procurando convencer con sutilezas y por medio de la influencia de ciertas amistades. Y si no lo consiguen se emplean con acciones directa y tratando de imponer sus leyes. Aquí se actúa con la palmada en la espalda, el tuteo indiscriminado y exigiendo que los despachos estén abiertos a todas las horas para las personas que se creen relevantes. Lo que yo suelo llamar la práctica del charlaneo interminable. Prima la gestión informal; en definitiva, una especie de Administración oral.
Cuando María del Carmen Cerdeira fue nombrada delegada del Gobierno, amén de tener que apechugar con el problema de la inmigración, cuyo triste desenlace se vivió en los bajos de Las Murallas Reales -quien escribe vivió la revuelta plenamente-, tuvo que soportar los reproches más chocantes y absurdos por el mero hecho de ser mujer. Ni siquiera su preparación ni su reconocimiento como política de peso, le valieron para evitar las críticas acerbas recibidas desde que puso los pies en el despacho.
Los tiempos han cambiado desde los años noventa. Y en lo concerniente a que las mujeres ocupen cargos públicos de suma importancia, no hay más que mirar al Gobierno presidido por Pedro Sánchez. Así pues no me extraña que Salvadora Mateos Estudillo, "Ory" para los amigos, haya sido recibida con tanto agrado. Con todo merecimiento. En lo que a mí respecta, debo decir que hubo un tiempo en el cual tuve la oportunidad de comprobar cómo esta señora se interesaba por los más desfavorecidos. Y no cabe más que desearle suerte en una tarea compleja.
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