Croacia-Argentina. Disfruté de lo lindo con el juego desarrollado por Croacia. En el fútbol, desde hace ya muchísimo tiempo, deben correr la pelota y los futbolistas. Algo que hicieron los balcánicos perfectamente. El centro del campo, lugar donde se cuecen los éxitos y los fracasos, no será nunca del equipo que se deje ganar la partida por la fuerza y velocidad de los rivales. Y Argentina no supo, o no pudo, cortar de raíz la entereza y sentido de anticipación de Modric, Rakitic y Brozovic, con las ayudas constantes de Mandzukic y Rebic (autor del primer gol al negligente Willy Caballero). Parece mentira que los entrenadores sigan si entender que los porteros están para parar. Y no para que hagan malabares con los pies. No es la primera vez que opino de este problema. Precisamente, la última vez que lo hice fue cuando Sampaoli dirigía al Sevilla y obligaba a Sergio Rico a jugar con los pies en situaciones de riesgos. A lo que iba: el gran partido de Modric y Rakitic debe ser exhibido en todas las escuelas de fútbol para que los niños vayan aprendiendo cómo se ha de jugar en el centro del campo. A fin de que sepan distinguir entre centrocampistas y centrocuentistas.
El Brasil-Costa Rica estaba apuntado en la libreta de mi memoria, desde hace varios días, como partido que estaba obligado a ver. Dado que ambos equipos se jugaban el ser o no ser en una competición donde hay derrotas que se suelen pagar con la imposibilidad de pasar la primera criba de un Campeonato tan exigente. En este caso, la sorpresa no se produjo; pues ganó la selección favorita: la brasileña. Ahora bien, los jugadores costarricenses hicieron sudar la gota gorda a sus rivales. Sobre todo porque Keylor Navas se erigió en el mejor de los ticos. Lo curioso es que en la otra portería estaba Alisson -quien apenas tuvo que intervenir-, guardameta que nos vienen diciendo los periódicos deportivos que está en negociaciones con el Madrid. El juego de los brasileños careció de eso que han dado en llamar posesión de la pelota a ultranza. Lo cual no les impidió poner cerco a la portería de KN. Jugando así, con deseos de llegar al marco contrario con velocidad y precisión, no tengo la menor duda de que los brasileños acabarán siendo un equipo temible. Ah, Neymar dio muestras de mejoría.
La Selección Española, pese a que tiene la clasificación a su alcance, sigue sembrando muchas dudas por esa forma de jugar que han dado en llamar innegociable. Me estoy refiriendo al consabido tiqui-taca. Estilo de juego con el que sus jugadores tratan de llegar a la puerta contraria despaciosamente y gustándose todos sus futbolistas a base de regates, pasecitos y arabescos variados, hasta el borde del área de unos rivales que han tenido ya tiempo más que suficiente para montar una pared delante de su portería. De pronto, uno espera que algún futbolista español decida tirar a gol. Pero, normalmente, lo que suelen hacer es retrasar la pelota y empezar de nuevo la maniobra. Es decir, la de trenzar toques, toques y más toques hasta causar bostezos entre quienes son conscientes de que ese estilo de juego debe alternarse con otro cuando las circunstancias lo exijan. Y la pena es que no se trata de esperar que se produzcan desmarques de compañeros -concepto que no funciona, hasta ahora, ni en la Argentina de Messi; por cierto, el triunfo de Nigeria les habrá devuelto la alegría a los argentinos-, sino de enviarla a un espacio vacío donde el compañero, a base de velocidad, pueda anteponerse a su contrario. Un estilo, por ejemplo, que le viene a Cristiano Ronaldo como anillo al dedo. Y que Portugal, sin duda alguna, seguirá aferrándose a ese modo de jugar.
El Brasil-Costa Rica estaba apuntado en la libreta de mi memoria, desde hace varios días, como partido que estaba obligado a ver. Dado que ambos equipos se jugaban el ser o no ser en una competición donde hay derrotas que se suelen pagar con la imposibilidad de pasar la primera criba de un Campeonato tan exigente. En este caso, la sorpresa no se produjo; pues ganó la selección favorita: la brasileña. Ahora bien, los jugadores costarricenses hicieron sudar la gota gorda a sus rivales. Sobre todo porque Keylor Navas se erigió en el mejor de los ticos. Lo curioso es que en la otra portería estaba Alisson -quien apenas tuvo que intervenir-, guardameta que nos vienen diciendo los periódicos deportivos que está en negociaciones con el Madrid. El juego de los brasileños careció de eso que han dado en llamar posesión de la pelota a ultranza. Lo cual no les impidió poner cerco a la portería de KN. Jugando así, con deseos de llegar al marco contrario con velocidad y precisión, no tengo la menor duda de que los brasileños acabarán siendo un equipo temible. Ah, Neymar dio muestras de mejoría.
La Selección Española, pese a que tiene la clasificación a su alcance, sigue sembrando muchas dudas por esa forma de jugar que han dado en llamar innegociable. Me estoy refiriendo al consabido tiqui-taca. Estilo de juego con el que sus jugadores tratan de llegar a la puerta contraria despaciosamente y gustándose todos sus futbolistas a base de regates, pasecitos y arabescos variados, hasta el borde del área de unos rivales que han tenido ya tiempo más que suficiente para montar una pared delante de su portería. De pronto, uno espera que algún futbolista español decida tirar a gol. Pero, normalmente, lo que suelen hacer es retrasar la pelota y empezar de nuevo la maniobra. Es decir, la de trenzar toques, toques y más toques hasta causar bostezos entre quienes son conscientes de que ese estilo de juego debe alternarse con otro cuando las circunstancias lo exijan. Y la pena es que no se trata de esperar que se produzcan desmarques de compañeros -concepto que no funciona, hasta ahora, ni en la Argentina de Messi; por cierto, el triunfo de Nigeria les habrá devuelto la alegría a los argentinos-, sino de enviarla a un espacio vacío donde el compañero, a base de velocidad, pueda anteponerse a su contrario. Un estilo, por ejemplo, que le viene a Cristiano Ronaldo como anillo al dedo. Y que Portugal, sin duda alguna, seguirá aferrándose a ese modo de jugar.
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