Hoy he visto tres partidos. Algo inaudito en mí. Pues siempre he considerado que ser espectador de tanto fútbol puede dañarme la sesera. Máxime cuando además de espectador uno tiene que soportar los comentarios de unos glosadores cuya obligación es facilitarnos la comprensión del juego y no contarnos lo que a ellos les gusta. Empezaré por el Madrid-Villarreal. Buena primera parte del Madrid. Pero a los comentaristas les dio en esta ocasión por decirnos que el juego era brillante y que el ensayo de Zidane era perfecto para el partido contra el Liverpool. Es cierto que tanto Carvajal como Marcelo se incorporaban menos al ataque y Kroos, Modric y Casemiro apenas tenían que hacer coberturas. E Isco se limitaba a jugar su particular partido. El gol de Bale llegó muy pronto y el de Cristiano a la media hora. El equipo castellonense estaba desatinado en todos los sentidos. En la segunda parte, desde el comienzo, el Madrid se acordó de su anarquismo. Y empezó el festival de desorden auspiciado por los de siempre. Es la cruz del Madrid tener que ver a Isco desfondado y a Ramos y Marcelo jugando a su manera. El Villarreal no hizo sino aprovecharse de tantas facilidades. Y logró empatar por medio de Roger y Samu Castillejo. Así que el ensayo de Zidane no ha hecho más que sembrar de dudas a quienes somos madridistas.
Leganés-Betis
El Leganés jugó con diez jugadores desde el minuto 20 y además perdiendo por un gol frente al equipo dirigido por Quique Setién. Pues bien, ni siquiera su inferioridad manifiesta le impidió marcarle tres goles al Betis. Viendo el partido me acordé, una vez más, de la frase de Helenio Herrera: "Con diez se juega mejor que once". Para decir a continuación: "Siempre y cuando el que juega con once no sepa hacer buen uso de su superioridad". Fue el caso del entrenador del Betis. Pero yo quiero escribir hoy de Asier Garitano. Llegó al Leganés en 2013. Y lo logró ascender a Segunda y Primera División en nada y menos. Ha mantenido al equipo sin apuros en la máxima categoría. Y hasta se permitió el lujo de llegar lejos en la Copa del Rey, eliminando a equipos como Madrid y Sevilla. En el día de su adiós, en Butarque, se ha limitado a emocionarse con la seriedad característica en él. Sin alharaca. Tragándose sus sentimientos a fin de no excederse en los aspavientos. Que tiempo habrá tenido de permitirse el lujo de lanzar un ¡hurra! en los vestuarios. Ser comedido en las celebraciones es mejor que sobreactuar en el campo.
Sevilla-Alavés
Partido intrascendente y emocionante por lo incierto del marcador. Aunque terminado el encuentro parecía que el Sevilla había ganado la Champions League o la Liga Santander. Y me explico: uno entiende que Joaquín Caparrós haya recobrado la felicidad por regresar al club de sus amores y por haber sumado siete puntos desde su llegada al banquillo del equipo hispalense. Pero no creo que su manera de mostrar tanta dicha fuera la más conveniente al aire libre. Realizó una interpretación exagerada y carente de naturalidad. Sobreactuar de esa manera no debe formar parte de ningún técnico. Y mucho menos de quien no se corta lo más mínimo en decir que es el segundo entrenador que más partidos lleva dirigidos en la máxima categoría. De verdad, Joaquín, desbocarse así, aprovechando un instante de entusiasmo pasajero, no es lo más indicado. Es más, cuando mañana veas las imágenes, seguro que reconocerás que te has pasado... Y es que te sobraron gestos, muecas, aspavientos y mímica. En fin, que la cosa no era para lanzar las campanas al vuelo.
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