El Liverpool tuvo al Madrid acollonado durante media hora. El equipo de Zidane era un manojo de nervios que buscaba serenarse jugando con superioridad numérica en el centro del campo y moviendo el balón en corto y con una lentitud desesperante. Y lo que era peor: con imprecisiones de las que se aprovechaban Firmino, Mané y Salah. El egipcio se fue a la búsqueda de Ramos. Mané se acercaba a Marcelo y Firmino sacaba de su sitio a Varane. El 4-3-3 de los ingleses era más productivo que el 4-4-2 del Madrid. Menos mal que Keylor Navas anduvo tan seguro como rápido de reflejos y evitó varias ocasiones de gol.
El fútbol del Madrid era inoperante; basado en el regate en corto, el pasecito horizontal y una lentitud apabullante. Juego carente de ritmo. Pero la suerte, en forma de lesión de Salah, en el minuto 29, cambió radicalmente el sino del encuentro. Su baja fue una tragedia para su equipo e hizo posible que el Madrid saliera de su letargo y comenzara a dar señales de vida. Puesto que el Liverpool con Lallana cambió radicalmente. Para peor, claro está. También se lesionó Carvajal en el minuto 34. Pero Nacho lo sustituyó con la garantía que en él es habitual.
El empate de la primera parte fue un resultado bueno para el Madrid. Y mucho más cuando en el 51' Benzema con una pillería asombrosa, alojó el balón en las redes del despistado Karius. Guardameta que siempre recordará su funesto partido en esta final de Champions. Aun así, dado que el Madrid seguía dando facilidades, Mané logró el empate en un despiste de Ramos y Marcelo. Fue entonces cuando a Zidane le funcionó la sesera: de modo que decidió que Bale sustituyera a Isco en el 63'. Y acertó plenamente.
Porque fue pisar el césped el galés y marcar el gol de su vida. Un gol que será exhibido en todos los museos dedicados al fútbol. Por su belleza y por estar repleto de dificultades. También logró el tercero con la colaboración nuevamente del tal Karius. Portero de manos blandas... Lo cual no es óbice para decir que quien escribe ha estado defendiendo contra viento y marea la titularidad de Bale. Jugador que está siendo tratado con una inquina injustificada.
Por consiguiente, hoy habrá que dedicarle todos los elogios habidos y por haber a Bale. Y, desde luego, hacer constar en las crónicas que la Decimotercera la ha ganado él en veinte escasos minutos. Bale ha sido el jugador del partido. Y, naturalmente, ha tapado infinidad de bocas. Esas que sólo se recrean en las virguerías de jugadores de poco recorrido.
Porque fue pisar el césped el galés y marcar el gol de su vida. Un gol que será exhibido en todos los museos dedicados al fútbol. Por su belleza y por estar repleto de dificultades. También logró el tercero con la colaboración nuevamente del tal Karius. Portero de manos blandas... Lo cual no es óbice para decir que quien escribe ha estado defendiendo contra viento y marea la titularidad de Bale. Jugador que está siendo tratado con una inquina injustificada.
Por consiguiente, hoy habrá que dedicarle todos los elogios habidos y por haber a Bale. Y, desde luego, hacer constar en las crónicas que la Decimotercera la ha ganado él en veinte escasos minutos. Bale ha sido el jugador del partido. Y, naturalmente, ha tapado infinidad de bocas. Esas que sólo se recrean en las virguerías de jugadores de poco recorrido.
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