Después de 17 años como alcalde, que se han cumplido, Juan Vivas, principal activo político del PP en Ceuta, hasta ahora, tiene el desgaste natural junto a otras personalidades que llevan con él la tira de tiempo. El motivo es obvio: porque ningún Gobierno hace felices a todos los ciudadanos. Máxime cuando se han ido acumulando problemas que no han sabido -o no han podido- resolver en la medida que los ceutíes ansiaban.
Aunque más de tres lustros en el poder de una misma persona, como es el caso que nos ocupa, nos trae a la memoria, cada dos por tres, la profesía de Simón Bolívar: "El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo...". Situación propicia para que se produzcan con frecuencia brotes de minidictaduras donde las arbitrariedades no pueden discutirse, ni, por descontado, corregirse mediante una apelación posterior.
Decía un maestro del periodismo, cuyo nombre no recuerdo, que los efectos de estas pequeñas dictaduras, aunque a menudo graves, suelen pasar en silencio porque los humillados y ofendidos siempre llevan las de perder cuando tratan de hacer patente la injusticia. Por supuesto que las cosas se agravan cuando el gobernante es un liberal hacia arriba; esto es, reclama la libertad a quienes les mandan y exige la sumisión de quienes le obedecen.
Juan Vivas, que está al tanto de cuanto se cuece en la ciudad, ya habrá asumido que mucha gente ha dejado de quererle. Y a mí me parece mentira que su popularidad haya descendido hasta extremos nunca concebidos por quienes hemos sido siempre testigos del encanto que su forma de proceder y estar despertaba entre sus vecinos. Incluso se vislumbraba la posibilidad de que pudiera pasar a la posteridad como la primera autoridad más importante habida nunca en la Ceuta chiquita y marinera.
Pues bien, a medida que las elecciones municipales se van acercando, y dado que JV volverá a presentarse, salvo contingencia de última hora no deseada, tendrá que invocar a todos los santos habidos y por haber para que Ciudadanos obtenga los concejales necesarios. A fin de que él pueda seguir sentado en la poltrona.
De ser así, bien haría nuestro alcalde en tratar de enmendar yerros. Lo cual le daría la oportunidad de retirarse, en su momento, dando una vuelta al ruedo entre palmitas del respetable. Puesto que por haber pinchado en hueso muchas veces, hace ya tiempo que perdió la salida por la puerta grande. Cosas de la vida...
De ser así, bien haría nuestro alcalde en tratar de enmendar yerros. Lo cual le daría la oportunidad de retirarse, en su momento, dando una vuelta al ruedo entre palmitas del respetable. Puesto que por haber pinchado en hueso muchas veces, hace ya tiempo que perdió la salida por la puerta grande. Cosas de la vida...
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