Han pasado ya dos meses desde que recibió el Premio de las Artes y la Cultura. Distinción merecida por sus muchos años ejerciendo como director teatral y por su bagaje cultural. Con José Antonio García Iñigo suelo yo cruzarme muchos días por el Paseo de la Marina. Y siempre me acuerdo de cuando me concedió una entrevista en 1996. Hace ya la friolera de 22 años. Pero ya llevaba tres lustros viviendo en esta tierra. Y no se cansaba de festejarme la decisión que había tomado el día que decidió trasladarse desde Madrid a Ceuta.
Se explicaba mi entrevistado con voz queda, muy bajito, de manera que uno, poco habituado a tan buena costumbre, pasó lo suyo para adaptar la audición a cuantas respuestas iba recibiendo de él. García Iñigo (funcionario de la Dirección Provincial del Ministerio de Cultura, amante del teatro, y convencido de que la cultura aumenta la facultad de sentir) se mostraba realmente enamorado de ese transcurrir sosegado, donde la calma invita al sesteo, que le ofrecía una tierra que le había ganado su voluntad para siempre.
Le pregunté si creía que Ceuta era la bella desconocida (Curro) y tardó nada y menos en responderme con la siguiente anécdota: "Cuando me comunicaron que me habían destinado a esta tierra, sucedió que una compañera de trabajo, al enterarse de mi viaje, me dijo que si no me importaba acercarme hasta Melilla para hacerle un favor. Compañera a quien tuve que darle las explicaciones oportunas, respecto a las distancias que separan a ambas ciudades. Lo cual demuestra que mucha gente está pensando en las musarañas cuando se habla de Ceuta".
Celebró la calidad humana de Pepe Abad -su jefe- y destacó lo gran artista que era como pintor y diseñador... También tuvo palabras de elogios para Manolo Merlo. De quien resaltó su enorme preocupación por el teatro y lo dispuesto que estaba siempre en ofrecer su colaboración. Echaba de menos un teatro. Porque añoraba no poder asistir a conciertos de una orquesta filarmónica o sinfónica. Y a representaciones. Y asimismo pedía a gritos una sala adecuada para las grandes exposiciones.
José Antonio García Iñigo habló de Muñoz Seca y Jardiel. Se deshizo en elogios hacia Alfonso Paso. A quien consideró el retratista de su época. A pesar de tener que apechugar con la censura del momento. Y acabó pronunciándose así sobre AP: "Aunque se me diga que cometo herejía, yo suelo decir que es nuestro Lope del siglo XX. Prolijo y crítico con esa sociedad que abarcaba a políticos, chachas... En tanto que Buero Vallejo Y Antonio Gala, dramaturgos ambos, van más en consonancia con Calderón y Tirso.
Se explicaba mi entrevistado con voz queda, muy bajito, de manera que uno, poco habituado a tan buena costumbre, pasó lo suyo para adaptar la audición a cuantas respuestas iba recibiendo de él. García Iñigo (funcionario de la Dirección Provincial del Ministerio de Cultura, amante del teatro, y convencido de que la cultura aumenta la facultad de sentir) se mostraba realmente enamorado de ese transcurrir sosegado, donde la calma invita al sesteo, que le ofrecía una tierra que le había ganado su voluntad para siempre.
Le pregunté si creía que Ceuta era la bella desconocida (Curro) y tardó nada y menos en responderme con la siguiente anécdota: "Cuando me comunicaron que me habían destinado a esta tierra, sucedió que una compañera de trabajo, al enterarse de mi viaje, me dijo que si no me importaba acercarme hasta Melilla para hacerle un favor. Compañera a quien tuve que darle las explicaciones oportunas, respecto a las distancias que separan a ambas ciudades. Lo cual demuestra que mucha gente está pensando en las musarañas cuando se habla de Ceuta".
Celebró la calidad humana de Pepe Abad -su jefe- y destacó lo gran artista que era como pintor y diseñador... También tuvo palabras de elogios para Manolo Merlo. De quien resaltó su enorme preocupación por el teatro y lo dispuesto que estaba siempre en ofrecer su colaboración. Echaba de menos un teatro. Porque añoraba no poder asistir a conciertos de una orquesta filarmónica o sinfónica. Y a representaciones. Y asimismo pedía a gritos una sala adecuada para las grandes exposiciones.
José Antonio García Iñigo habló de Muñoz Seca y Jardiel. Se deshizo en elogios hacia Alfonso Paso. A quien consideró el retratista de su época. A pesar de tener que apechugar con la censura del momento. Y acabó pronunciándose así sobre AP: "Aunque se me diga que cometo herejía, yo suelo decir que es nuestro Lope del siglo XX. Prolijo y crítico con esa sociedad que abarcaba a políticos, chachas... En tanto que Buero Vallejo Y Antonio Gala, dramaturgos ambos, van más en consonancia con Calderón y Tirso.
Recuerdo que fue un placer charlar con José Antonio García Iñigo en aquel 28 de mayo de 1996.
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