Debo confesar que el martes pasado me quedé con las ganas de escribir del Liverpool-Roma. Pero, por causa que no viene al caso contar, no lo hice. Aunque me van a permitir que hoy me acoja a esa frase hecha que reza así: "Nunca es tarde si la dicha es buena". Lo digo, créanme, porque siempre recordaré lo mucho que disfruté con el juego del equipo dirigido por Jürgen Klopp. Ciudadano alemán que me recuerda muchas veces a Luis Elices -gran entrenador madrileño y extraordinaria persona- por su forma de proceder y su desaliño en el vestir.
El Liverpool está compitiendo en la Champions League con un fútbol tan atractivo que suscita entusiasmo a raudales entre propios y extraños. Un modo de concebir el juego que en nada se asemeja a ese otro con trazas de minué interpretado por Manchester City y Barcelona. Y, desde luego, la selección española también danza de tal guisa para deleite de los aficionados al deporte rey. Convencidos, además, de que esa forma de asociarse alrededor del balón, como dicen los glosadores ilustres, es idea parida en España. De ahí que cualquier otra manera de jugar sea criticada acerbamente o bien mirada por encima del hombro por una gran mayoría de españoles.
A los jugadores del estilo refinado español, conocido popularmente como tiquitaca, les sucede, en ocasiones, lo que a los malos oradores: que se exceden en el circunloquio y convierten el espectáculo en un gran rondo con el cual propician el aburrimiento de los espectadores por falta de emociones fuertes. En cambio, hay otro fútbol que apasiona y enfervoriza a sus devotos. Por ejemplo, el que viene practicando El Liverpool.
El Liverpool cuenta con tres delanteros que no sobresalen, precisamente, por su constitución física. Son ellos Salah, Mané y Firminio. Un trío que sirve de avanzadilla para agobiar a los defensas rivales con su presión constante. Los tres son veloces y dominan el balón como si estuvieran jugando en el patio del colegio. Cambian de ritmo y sus regates en carrera son tan prácticos cual espectaculares. Marcan goles porque no dudan en tirar a puerta. En suma, son incordiantes a tiempo completo y están bien dotados técnicamente. Amén de ser muy vivos para aprovecharse de los fallos ajenos.
El Liverpool cuenta con tres delanteros que no sobresalen, precisamente, por su constitución física. Son ellos Salah, Mané y Firminio. Un trío que sirve de avanzadilla para agobiar a los defensas rivales con su presión constante. Los tres son veloces y dominan el balón como si estuvieran jugando en el patio del colegio. Cambian de ritmo y sus regates en carrera son tan prácticos cual espectaculares. Marcan goles porque no dudan en tirar a puerta. En suma, son incordiantes a tiempo completo y están bien dotados técnicamente. Amén de ser muy vivos para aprovecharse de los fallos ajenos.
Por detrás cuentan los delanteros del equipo inglés, casi siempre, con la ayuda de un compañero que llega para ver si puede aprovecharse de las segundas jugadas. Normalmente, dejan seis jugadores escalonados para no ser sorprendidos al contraataque. Y deciden, según la circunstancias, quedarse más o menos lejos de su portería.
Los jugadores que quedan a retaguardia proponen fútbol directo con pases precisos a sus delanteros. Con ese estilo, que tal vez a muchos les parezca añejo, el Liverpool es semifinalista de la Champions League, goleó al Roma e hizo disfrutar a millones de aficionados mediante un juego vertiginoso y perpendicular. Y, de paso, Salah se doctoró como uno de los mejores jugadores de la actualidad.
Todos los estilos de juego entusiasman sin son bien concebidos por los jugadores. El fútbol, además, necesita ritmo intenso, acciones veloces, tiros a puerta, circulaciones rápidas de balón y que los aficionados disfruten de la variedad de posibilidades que ofrece el mejor juego del mundo. Por consiguiente, me parece que no tiene sentido asegurar que el tiquitaca es lo más grande que se ha inventado desde que los ingleses jugaban ya en un descampado de Riotinto (Huelva).
Todos los estilos de juego entusiasman sin son bien concebidos por los jugadores. El fútbol, además, necesita ritmo intenso, acciones veloces, tiros a puerta, circulaciones rápidas de balón y que los aficionados disfruten de la variedad de posibilidades que ofrece el mejor juego del mundo. Por consiguiente, me parece que no tiene sentido asegurar que el tiquitaca es lo más grande que se ha inventado desde que los ingleses jugaban ya en un descampado de Riotinto (Huelva).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.