Los jugadores conocen perfectamente el carácter y la forma de trabajar de los entrenadores que más presencia tienen en el circuito del fútbol. No en vano entre ellos se cuentan cosas concernientes a los técnicos. Y hasta se interesan por las que están al margen de la profesión. Actualmente las confidencias entre futbolistas se hacen incluso a escala internacional. Así, antes de ser presentado Rafa Benítez como entrenador del Madrid, los componentes de la plantilla sabían sobradamente vida y milagros del técnico madrileño. Por lo que su llegada fue acogida con frialdad por los hombres fuertes de la plantilla.
Los jugadores ya conocían que Benítez era intransigente con la indisciplina táctica. Que requería equilibrio en todas las líneas y que éste debía sostenerse mediante esfuerzos físicos y labor de conjunto. Deseaba las bandas cubiertas por extremos veloces y conscientes de que estaban obligados a desarrollar un trabajo sacrificado. Y como armas principales imponía la presión cada equis tiempo y el contraataque a las primeras de cambio. Ni que decir tiene la mucha importancia que le daba a la contundencia con que debían emplearse sus centrales.
La forma de ser de Benítez fue pronto denunciada por los futbolistas. Quienes llegaron a decir que no lo entendían porque el técnico no había sido un jugador de elite. Y en cuanto el Barcelona se distanció del Madrid en la clasificación con cinco puntos, Florentino Pérez recurrió a ZZ. Cuyo bagaje como técnico del Madrid-Castilla no era como para tirar cohetes. Sobre todo por los errores que había cometido el filial en su eliminatoria de ascenso, la temporada anterior, con el UCAM Murcia Club de Fútbol.
Zidane capeó el temporal lo mejor que pudo durante lo que quedaba de esa temporada. Meses que aprovechó para ganarse la confianza de los jugadores de la misma manera que en su día lo hicieron Miguel Muñoz, Luis Molowny y Vicente del Bosque. "Salgan a jugar como ustedes saben, porque sois muy buenos, y verán como así ganan los partidos". Y la fórmula comenzó a dar resultados extraordinarios, una vez más.
Los portavoces del Madrid nos dijeron con gran celeridad que Florentino Pérez había sabido elegir a un técnico que piensa como los jugadores... Un entrenador moderno que reparte clases magistrales todos los días. Y a partir de ese momento no cesaron los halagos al técnico francés. Yo no sé si ZZ ha igualado ya en títulos a Miguel Muñoz. Pero sí sé que ha ganado muchos en tan pocos meses. De hecho he perdido la cuenta de tantísimos logros.
Los éxitos marean. Marean mucho. Y ni siquiera ZZ está inmunizado contra ese vértigo que produce ganar, ganar, ganar y ganar y ser como... Midas. La hazaña le ha permitido al entrenador del Madrid sentirse dependiente de varios jugadores. Y son esos los que siguen gozando de su confianza a la hora de hacer las alineaciones. Por más que los defectos que vienen acusando no sean nuevos y estén sembrando el caos en el conjunto.
ZZ tiene que tomar decisiones. Porque no es verdad que a los jugadores buenos, o muy buenos, haya que dejarles imponer sus ideas en el césped por sistema. Sin que se sometan a la justa disciplina exigible en un juego de conjunto. Y debe hacerlo cuanto antes. De no ser así, esos mismos futbolistas que se deshacían en elogios hacia él, hace poco y nada, no dudarán en decir a sus espaldas que ha perdido el control de la plantilla. Y hasta se permitirán deslizar entre sus conocidos medias verdades. La cuales, a fin de cuentas, son las que más suele creer el personal.
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