Que los futbolistas se quejen de los viajes tan largos que hacen durante la pretemporada es algo habitual. A los que achacan lesiones y trastornos varios que merman la salud y por tanto el rendimiento cuando principia la competición. Tampoco los entrenadores se cortan lo más mínimo en denunciar que es una auténtica barbaridad la cantidad de partidos que se juegan y que, según Guardiola, van a terminar matando a los profesionales del balón. El catalán lo denunció estando en Alemania y ahora lo ha repetido en Inglaterra.
Pues bien, mientras tanto Sergio Ramos se empeña en demostrar todo lo contrario. Es decir, que lo contraproducente radica en emplear mal el tiempo de ocio que les corresponde a los profesionales del deporte rey. Como ocurrió el mes de julio pasado cuando Sergio Ramos festejaba estar buceando entre tiburones. Concretamente con tres ejemplares de tiburón ballena. Así que mientras que sus compañeros estaban ya concentrados en un hotel americano, el gran capitan del Madrid era privilegiado con más vacaciones.
De esas vacaciones, y por sumergirse en aguas profundas entre monstruos marinos, el gran capitán madridista llegó a la concentración no sólo con retraso sino que lo hizo padeciendo de otitis. Y, claro, se pasó un tiempo bajo cuidados médicos. O sea, tocándose... el ombligo en tanto y cuanto sus compañeros sudaban la gota gorda. Eso sí, el hombre nacido en Camas no dudó en tranquilizar a sus seguidores: "Estaré recuperado para jugar la Supercopa contra el Manchester". Y así fue. Ante la mirada atónita de los jugadores más jóvenes de la plantilla. Gran ejemplo del capitán. ¿O no?
Fechas atrás, Sergio Ramos nos contó a través de los medios de comunicación su viaje a Méjico, durante sus cortas vacaciones navideñas, y cómo se había quedado en trance viendo las pirámides de Chichen Itzá en la península de Yucatán. Una de las siete maravillas del mundo. ¡Impresionante!... Así se admiraba el jugador madridista de lo que sus ojos habían visto. Como no podía ser de otra manera ante tanta belleza.
Ahora bien, lo que no nos dijo el gran capitán, Sergio Ramos, es el tiempo que se pasó volando desde Madrid hasta Méjico y el consiguiente regreso. Más o menos 23 horas. Tantas que no creo que andar por el pasillo de la nave le permitiera mantener sus piernas en las mejores condiciones. Y, claro, fue llegar a Valdebas y sentir las molestias consiguientes en el músculo llamado sóleo. Y que le obligan a estar, como mínimo, dos semanas en seco. Lo cual no es grave para la composición del equipo pero sí es un mal ejemplo para los compañeros más jóvenes.
En resumen: cuando entrenadores y jugadores no cesan de lamentarse de los viajes largos y tan seguidos, de los muchos partidos que se juegan, y de todo lo habido y por haber, resulta que, durante las vacaciones, a las que, por supuesto, tienen derecho los futbolistas como cada quisque que pueda permitírselas, llega Sergio Ramos y hace un mal empleo de ellas.
Ahora bien, lo que no nos dijo el gran capitán, Sergio Ramos, es el tiempo que se pasó volando desde Madrid hasta Méjico y el consiguiente regreso. Más o menos 23 horas. Tantas que no creo que andar por el pasillo de la nave le permitiera mantener sus piernas en las mejores condiciones. Y, claro, fue llegar a Valdebas y sentir las molestias consiguientes en el músculo llamado sóleo. Y que le obligan a estar, como mínimo, dos semanas en seco. Lo cual no es grave para la composición del equipo pero sí es un mal ejemplo para los compañeros más jóvenes.
En resumen: cuando entrenadores y jugadores no cesan de lamentarse de los viajes largos y tan seguidos, de los muchos partidos que se juegan, y de todo lo habido y por haber, resulta que, durante las vacaciones, a las que, por supuesto, tienen derecho los futbolistas como cada quisque que pueda permitírselas, llega Sergio Ramos y hace un mal empleo de ellas.
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