Creo recordar que así titulé otro naufragio del Madrid esta temporada para a renglón seguido decir que habiendo llegado a su punto más bajo cabía esperar que se iniciara su recuperación. Así lo creí en el partido frente al Deportivo de la Coruña. Pero el Leganés ha sido capaz de mostrarnos que los males del equipo dirigido por Zidane son crónicos. Vamos que se han instalado en el seno de la plantilla y no hay manera de atajarlos.
Frente al Leganés parecía que la eliminatoria estaba resuelta de antemano. Jugaban los menos titulares y hasta volvía Sergio Ramos como si el Bernabéu estuviera anhelando su regreso para disfrutar de la espectacularidad de su juego total. Y ha vuelto, tras las vacaciones de Méjico y la lesión consiguiente, tratando de ser lo que ya no es ni nunca volverá a ser: un central con garantías suficientes para ser titular. De Ramos nadie dirá que estuvo sin sitio, alocado, marcando pésimamente y yéndose al ataque sin ton ni son. Figurando más que siendo. Lo cual es peor que jugar mal. El gol de cabeza del Leganés -obtenido por Pires- lo dejó retratado.
El primer gol del Leganés -disparo imparable de Eraso en el 31'- se debió a una mala entrega de Achraft a Nacho y éste no pudo controlar el balón. De Achraf vuelvo a decir que parece mentira que todavía no le hayan enseñado que el golpeo de balón ha de ser seguido con la vista. De no ser así, sus centros serán deficientes durante toda su vida futbolística. La defensa del Madrid estuvo dubitativa por la presión a la que fue sometida por los delanteros del Lega. Cada saque de esquina era un martirio para Casilla.
Por si fuera poco tamaña demostración de flaqueza defensiva ante las acometidas de Amrabat, Beauvue, El Zhar y Eraso, el medio campo del Madrid estaba acaparado por un jugador que pedía todos los balones, que no se escondía en ningún momento, que iba de aquí para alla, de un lugar a otro con el fin de ser, mediante su archiconocida y celebrada magia, el futbolista que terminaría dándole el triunfo a su equipo. Su fútbol es de tan alta escuela que tiene prohibido tirar a puerta ni una sola vez jugando por detrás de Benzema. Aun así, parece ser que es lo más parecido a Messi, según Valdano.
A propósito. De Isco (ojalá fuera ese virtuoso del balón capaz de ganar los partidos) dije al principio de la temporada que terminaría siendo un grave problema para Zidane. Y lo está siendo. Su forma de actuar amanera al equipo. ¿Cómo es posible que con Isco el Madrid no pusiera a prueba a Champagne durante todo el primer tiempo? El fútbol del malagueño le sienta al Madrid peor que a Florentino Pérez un sombrero de ala ancha. Por más que los puristas de la cosa lo tengan como icono para decir pamplinas de la Plaza Mina.
Por cierto, tras empatar Benzema nada más reiniciarse la segunda parte, en jugada al alimón con Lucas Vázquez, ZZ debió tardar nada y menos en haber hecho los cambios que luego hizo. Sin Isco el ritmo del Madrid hubiera adquirido la intensidad que requería el partido y el cerco a la portería del Leganés hubiese sido insistente y sin el estado de nervio producido por la escasez de tiempo. Lo peor del asunto es que la eliminación de la Copa del Rey, además de ser dolorosa en extremo, nos ha permitido comprobar que hasta Marco Asensio está desangelado.
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