Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 15 de enero de 2018

Armando Stecchini del Río

Hoy ha surgido la conversación entre conocidos acerca de mi llegada a Ceuta como entrenador y su nombre me vino a la memoria como cada vez que alguien me recuerda esa etapa de mi vida. Armando Stecchini del Río iba todas las mañanas al Murube para charlar conmigo. Y siempre me otorgó un trato excelente. Aunque nunca renunció a mostrarme su disconformidad cuando él creía que yo no llevaba razón en mis apreciaciones. Y así lo escribía en el medio donde opinaba sobre el deporte que amó hasta el fin de sus días.

Pasaron los años y las circunstancias propiciaron un cambio no esperado: ahora era yo quien preguntaba y mi querido Armando quien respondía con su reconocida franqueza. La que le permitía no cortarse lo más mínimo en hablar de tiempos pasados cuando la mayoría lo hacía de la democracia como si fuera el remedio de todos los males habidos y por haber.

Armando Stecchini fue nacido en Málaga, de padre italiano y madre andaluza. Cuando lo entrevisté tenía 51 años, y seguía siendo fiel a sus ideas. Acusado de retrógado por los pancistas de aquella época, no dudaba en airear sus ideas políticas. Aunque en el empeño perdiera amistades y más cosas. A la edad de 15 años destacó como un portero con muchas cualidades. Pero se quedó en profesional a secas de un fútbol por el que sentía pasión.

Su llegada a Ceuta le permitió conocer a la que sería su esposa. Y aquí residió y amó a una tierra en la que decidió vivir. Durante la entrevista que me concedió en enero de 1997, me abrió de par en par las puertas de sus adentros. Fue consciente en dos ocasiones, en el intervalo de cuatro meses, que la vida se le escapaba a galope tendido. Y me contó que esperaba la muerte con la conciencia tranquila. Propia en personas que nada malo han hecho adrede.

Conversamos sobre las adicciones. De sus días de mono, de la angustia pasada y de las ayudas recibidas... Y recomendó a cuantos estaban sometidos a la tiranía de la botella que pusieran remedio a su mal, sin pérdida de tiempo. Tenía mucha fe en la terapia de grupo. Y se expresó descarnadamente cuando le pregunté sobre los cambios que el alcohol produce en la personalidad del adicto: "Si un tío es un hijo de puta antes de tener problemas con el alcohol, lo será más cuando se dé a la bebida; y, desde luego, volverá a ser el mismo en el momento en que la deje". Tampoco faltó el consejo para los bebedores adoslecentes. 

En un momento determinado, cuando nuestra charla estaba ya en el tramo final, le rocordé lo bien que había parado, semanas atrás, en un partido de veteranos que se jugó a fin de obtener fondos para una buena causa.  Y la risa de Armando Stecchini, tan franca como sinceras eran sus palabras, se hizo acompañar del brillo de sus ojos. No en vano había querido, por tener cualidades, ser un guardameta de tronío. Pero...




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