Valdano y Segurola se desdicen de lo dicho sobre Isco

Quienes son habituales lectores de esta página saben lo que yo vengo opinando sobre Isco Alarcón desde hace tres temporadas. Parecer que me ha costado críticas acerbas y sobre todo se me ha tachado de tenerla tomada con el jugador nacido en Arroyo de la Miel. Cuando la benevolencia, tal vez por mi edad, forma ya parte de mí como una necesidad para sentirme bien. Nunca antes fui tan indulgente a la hora de juzgar las actuaciones de los futbolistas.  

Ahora bien, una cosa es no recargar las tintas contra las actuaciones negativas de alguien, y otra es exagerarlas como si hubieran sido maravillosas. Siempre he preferido el término medio. Pero, puesto a elegir, nunca he dudado en emitir mis juicios basándome más en los errores observados en el futbolista de marra que en pronunciarme alborozadamente por intervenciones basadas en arabescos siempre conducentes a equivocar a los lectores.

Isco Alarcón, desde que está en el Madrid, tiene la mala suerte de que se pueden contar con los dedos de la mano sus buenos partidos. Fueron en el Molinón, frente al Gijón; en Riazor, ante el Deportivo de la Coruña, y uno jugado en el Vicente Calderón con el titular del Estadio. En todos ellos se limitó a laborar como mediapunta. Única demarcación que le sienta bien al Madrid y mejor a él. 

Gracias a tales actuaciones, Jorge Valdano y Santiago Segurola, personas muy influyentes en al ámbito futbolístico y, por tanto, tenidos por popes, enardecieron el ambiente con sus exclamaciones admirativas acerca de los regates de Isco; de los controles de Isco; de sus pasecitos asociativos y de su deambular a lo largo y ancho del césped; dado que, según ellos, era una herejía mantenerlo bajo la disciplina de una misión concreta. Pues lo suyo era pedir el balón a cada paso en todas las líneas y formar una sociedad con Marcelo.

Ni que decir tiene que las opiniones de Valdano y Segurola -tan magistrales (?)- fueron asumidas inmediatamente por periodistas y por  todos aquellos aficionados que ven los partidos y sin embargo se creen a pìe juntillas lo que otros les cuentan. Por carencia de un parecer propio. Ya que ser aficionado, en innumerables casos, no autoriza a saber de lo que se habla. En suma, que a Isco lo han convertido en un ídolo de barro.

Entre tanto, quien escribe explicaba, una y otra vez, los motivos por los que Isco se había convertido en un objeto extraño en un equipo cuya forma de jugar con velocidad y pocos toques, era lo  que más le convenía. Un estilo de juego que destroza el malagueño. Ávido de destacar a cualquier precio. Encontrando la ayuda necesaria en todos los medios. Los cuales influyeron decisivamente para que James, por ejemplo, tuviera que darse el piro.

Pues bien, hoy, cuando el juego del Madrid está ya totalmente infectado de magia, y los resultados son negativos, Valdano y Segurola que pusieron a Isco en los cuernos de la luna, esto es, en el más alto pedestal, se desdicen de tal guisa: "El Madrid sigue sin encontrarse. Uno de los problemas que tiene es la ansiedad. Más que dejadez, hay muchos jugadores que quieren ganar el partido ellos solos. Isco es uno de ellos. Está en todas las partes del campo. Y eso lo convierte en un jugador importantísimo. Pero luego siente el esfuerzo en los últimos 20 0 25 minutos...".

Lo de jugador importantísimo no deja de ser una mentira piadosa y contradictoria de quien se ha visto obligado a retractarse de los desmesurados elogios propalados en favor de Isco y ahora, cuando los ditirambos no cuelan, le duele en el cogollo de su insuperable vanidad.

A buenas horas, mangas verdes se han percatado estos popes del asunto que está destrozando al Madrid. Lo cual demuestra que ellos, de haber estado en el puesto de Zidane, habrían cometido los mismos errores. Que Santa Lucía les conserve la vista a señores tan influyentes en el mundo del fútbol.

Frase

Al mentiroso, cuando dice la verdad, no le dan autoridad.