Veinte minutos le bastaron al Barcelona para ganar de manera clara y contundente en el Bernabéu. El equipo azulgrana supo aprovechar el desfondamiento físico de los madridistas y el desorden que ese agotamiento causó en todas sus líneas. Todo comenzó con las imprecisiones en los pases de dos jugadores fundamentales: Kroos y Modric -cuya primera parte había sido notable-, el cambio de misión de Kovacic y la desorientación de Casemiro.
Perdido el medio campo, zona vital donde se cuecen los triunfos y se generan las derrotas, el Madrid quedó a merced del Barça. De modo que Súarez y Messi (de penalti) marcaron en el 53' y 63'. Conviene decir cuanto antes que el penalti llevó aparejado además el castigo de la expulsión de Carvajal. Metedura de pata, todo hay que decirlo, del lateral madridista.
La primera parte había sido equilibrada. Con ocasiones de gol para ambos conjuntos. Pero tanto Keylor Navas como Ter Stegen estuvieron muy acertados. Eso sí, Paulinho y Luis Suárez fueron buscándole al Madrid las cosquillas por el costado que defiende Sergio Ramos. Deficiente en todos los sentidos. ¿Cómo es posible que nadie se percate de que este jugador ofrece facilidades de gol a cualquier adversario que transite por su zona? Es un auténtico coladero. Y además se le acentúan cada vez más sus deficiencias por tener una pierna izquierda de palo y una cintura dura como el pedernal.
En los primeros cuarenta y cinco minutos, el Madrid apretó muy arriba. Y dado que Messi se quedaba de mirón, en zona de nadie, para ir descubriendo los puntos débiles del rival; Busquets era controlado por Kovacic, y Casemiro apenas se sentía apremiado, todo parecía indicar que en cualquier momento el gol del Madrid podría llegar. Máxime cuando Critiano se mostraba muy activo. Mas Benzema, desgraciadamente para los suyos, no daba pie con bola. Y para una vez que logró rematar de cabeza, le salió el palo al encuentro. Y se llegó al descanso.
En la seguda mitad, desfondado el Madrid, con un jugador menos y con un resultado adverso, apareció Messi; tomó aire Busquets; mantuvieron su ritmo Iniesta y Rakitic, mientras Paulinho y Luis Suárez trataban por todos los medios sacar de quicio a Ramos. Quien acudía a los envites con un alocamiento impropio de un capitán del Madrid y de la Selección Española. Y, por si fuera poco, el marcaje de Piqué a Cristiano fue mejorando.
En suma, que ni siquiera los cambios, que llegaron muy tarde, produjeron en esta ocasión el milagro que siempre es esperado en el Bernabéu y en situaciones de este tipo. Por más que Marco Asensio y Bale pusieran empeño y ganas desde que sustituyeron (minuto 70) a Casemiro y a Kovacic. Antes, Nacho había reemplazado a Benzema. En cambio, Aleix Vidal, recién entrado en el terreno de juego, obtuvo el tercer tanto para su equipo. Fraguado, cómo no, por el lado de Ramos.
Del Madrid se salvó Keylor Navas. Pues el portero costarricense evitó goles que parecían cantados. La derrota del equipo merengue, dolorosa en extremo, por ser ante el Barcelona y porque sería absurdo no reconocer que el título de la Liga Santander se ha esfumado para el equipo de Zidane, le crea a éste un problema de dimensiones considerables: el tener que elegir, de una vez por todas, el sistema de juego que mejor les sienta a sus mejores jugadores. Que son muchos.
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