Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Beatriz

Yo estaba convencida de que eras un hombre formal. Alguien que cumplía lo prometido. Y te quiero recordar que te comprometiste conmigo a ponerme al tanto de cómo te lo habías pasado -el día 14- en El Puerto de Santa María. Y sobre todo a contarme detalles de esa comida celebrada en el Real Club Náutico y en la que participaste con exjugadores y directivos de tu época como entrenador en esa tierra. Que es la tuya. Pero, dado que se te ha olvidado llamarme, he creído conveniente darte las quejas correspondientes.

Llevas razón, Beatriz. Y por tanto no caeré en la tentación de inventarme excusa alguna para tratar de eludir mi metedura de pata. Es más, ni siquiera se me ocurrirá decirte eso tan socorrido de que se me fue el santo al cielo. Así que espero que me disculpes y te cedo la palabra para que me preguntes cuanto creas conveniente acerca de cómo transcurrió la charla de sobremesa. La cual duró seis horas.  Tiempo más que suficiente para contar viejas historias, deshacer entuertos, recordar a los fallecidos y sobre todo para vernos cada uno en el rostro del otro. El mejor y más cruel espejo.


-Me imagino que a ti, por ser la primera vez que asististe a esa comida, y porque no te dejas ver mucho por la ciudad donde te nacieron, te dirían algo que te viste forzado a responder.

-Por supuesto. Hubo alguien que no se cortó lo más mínimo en decir que yo no podía negar haber hecho un pacto con el diablo. Tal vez porque mi condición física le parecíó estupenda...  Y pronto me vino a la mente algo que yo suelo recitar de memoria en relación con el demonio.

"A mí, particulamente, el demonio me parece un títere cachondo y zascandil, especializado en la persecución de damas estrechas. Habita, a lo que dicen, en las ardientes simas infernales y, por las noches, frecuenta los bailes y los paisajes umbríos y propiciadores del sobeo para animar a los jóvenes a acceder a la caldera hirviente por la vía rápida del pecado contra el sexto mandamiento".

Ni que decir tiene que afloró el cachondeo. Y un buen amigo y conocedor de mi manera de ser, licenciado en Farmacia por la Universidad de Salamanca, me pasó por debajo de la mesa el elixir adecuado para poder seguir los consejos del Arcipreste de Hita: "El hombre ha nacido para holgar y comer".

La risa de Beatriz me invita a pensar que se le ha pasado el disgusto. Y así es... Y además me pide que escriba un día sobre esas mujeres centenarias de las que le hablé el pasado verano en la playa de El Chorrillo. Repletas de entusiasmo y con el gusto por la vida recuperado.






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