La goleada del Madrid al Sevilla parece ser que no está siendo valorada en su justa medida por algo tan simple como que en ella no participó Isco nada más que para jugar el tiempo en el cual ya estaba todo resuelto y los participantes habían pactado un armisticio bajo cuerda. Parece mentira que haya periodistas, glosadores y comentaristas que estén siempre dispuestos a no reconocer algo que está más claro que el agua clara: Isco es un buen futbolista, y nada más que un buen futbolista, cuya forma de jugar le sienta al Madrid como un tiro en muchos partidos.
El centro del campo del Madrid, lugar donde se cuecen los éxitos y los fracasos, es alérgico a que sea el jugador nacido en Arroyo de la Miel quien acapare el balón por sistema. Su deseo permante de deambular por todas las zonas del terreno de juego, convirtiendo el espectáculo de conjunto, donde han de primar la velocidad, el desbordamientos de líneas y los tiros a puerta, y sobre todo los ataques por sorpresas, en una exhibición particular de regates inútiles, de pasecitos de pitiminí y de arabescos variados, no es rentable.
El Madrid jugó ayer un sistema que le ha dado ya magníficos resultados. Todo comienza en el mediocampo. Donde Modric y Kroos se ven perfectamente escoltados por dos extremos, Lucas Vázquez y Marco Asensio, que atacan y defienden por las bandas y son capaces de buscar los adentros para, tras finalizar la jugada, regresar con celeridad a su posición inicial.
Ese 4-4-2 permite que Cristiano y Benzema -o cualquier otro delantero- puedan participar en el juego defensivo, abriéndose a los costados a la altura del mediocentro contrario, posición además que no deja de ser inquietante para sus marcadores. Y sobre todo lo agradecen los defensas. Puesto que ayer se volvió a demostrar que Asensio y Vázquez hacen una labor de ascensor que mejora a los laterales. Ojalá que Isco se percate a tiempo de que su demarcación ideal es la de actuar por detrás de los delanteros. Es decir, de mediapunta. Todo lo demás son ganas de rizar el rizo.
Mención especial merece, una vez más, Nacho: jugador polivalente, marcador extraordinario y por encima de todo conocedor de sus defectos. Precisamente, por tenerlos asumidos, nunca se permite lujos que lo dejarían a merced de sus contrarios. Y encima juega de central por la izquierda siendo más de derechas que la señora Le Pen. Con él mejora hasta Marcelo.
Mención especial merece, una vez más, Nacho: jugador polivalente, marcador extraordinario y por encima de todo conocedor de sus defectos. Precisamente, por tenerlos asumidos, nunca se permite lujos que lo dejarían a merced de sus contrarios. Y encima juega de central por la izquierda siendo más de derechas que la señora Le Pen. Con él mejora hasta Marcelo.
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