Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Helenio Herrera y la magia de Juan Arza

Me pregunta un aficionado al fútbol, y además amigo, si yo sigo convencido de que la llegada de Helenio Herrera a España fue decisiva para que el entrenador, tenido hasta entonces por un don nadie, adquiriera prestigio a la par que aumentaba su salario. Y no dudo en reafirmarme en lo que he venido diciendo desde hace muchos años.

HH estaba dotado de una personalidad acusada, fuerte, recia... La cual le permitió, a su llegada a España, que todas las miradas recayeran en él. Conque monopolizó la atención y se convirtió en el punto de mira de tirios y troyanos. El Mago, que así fue apodado, creó escuela. Todavía se sigue hablando de sus métodos y de cómo imponía sus criterios por encima de las figuras de la época.

De cómo era HH supe yo por medio de dos grandes jugadores con los que me unía gran amistad: Juan Segarra y Manolo Ruiz-Sosa. Ambos lo admiraron tanto como lo padecieron cuando perdían. Aunque sus opiniones acerca  de los métodos empleados por El Mago para obtener el mayor rendimientos de los futbolistas no coincidían.

Mi amigo desea saber sobre tales métodos. Y le digo que hoy no toca. En cambio, le cuento la siguiente historia. Cuando don Helenio llegó al Sevilla se encontró con que había un futbolista, nacido en Navarra, que estaba considerado el arquetipo de la escuela andaluza del deporte rey. Juan Arza era el arte basado en la habilidad, la finta airosa, el gambeteo ratonil, el quiebro desconcertante, la cabriola, los arabescos del caballito, el pasecito horinzotal... En fin, el no va más de la expresión futbolística de la tierra. De Arza se decía que jugaba por sevillanas.

Don Helenio llegó a Nervión, vio y decidió en menos que canta un gallo qué hacer con el mago del momento. La tarea no era fácil. Pues Juan Arza  -a quien tuve la suerte de ver jugar no pocas veces-, amén de hacer virguerías con el balón, excepto cuando se enfrentaba a Puchades (Valencia), era un futbolista idolatrado. Un intocable en todos los sentidos. Porque también era un señor en toda regla.

Pero el entrenador argentino hizo lo que debía en aquel momento: hablar con Juan Arza y celebrarle la calidad de su fútbol. Decirle que su juego más que vistoso era todo un espectáculo. Pero que él, como entrenador, lo instaba a que exhibiera todo su repertorio desde la mitad del campo contrario, con libertad de movimientos, por supuesto, pero siempre mirando hacia adelante con practicidad.

Gran lección de Helenio Herrera, El Mago, hace 70 años. De ella, de esa manera de actuar, fuimos aprendiendo los entrenadores. Zidane debería dirigirse así su mago. Esto es, decirle que la magia está muy bien. Que a él le encanta... Pero que es imprescindible que su espectáculo lo lleve a cabo como don Helenio le exigía a Arza.







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