Partido bronco, duro, tosco, entre dos equipos que han perdido sus señas de identidad y que necesitaban obtener los tres puntos a cualquier precio para que el Barcelona no gane la Liga Santander mediante el mínimo esfuerzo. Los dos equipos madrileños están desmejorados en todos los sentidos. Ni el Atlético ni el Madrid son ni la sombra de lo que han sido años atrás. Y el empate es el mayor castigo que han merecido ambos por lo mal que están jugando y sobre todo por la despersonalización que vienen exhibiendo.
El Cholo Simeone, sabedor como todos los entrenadores de que la banda izquierda del Madrid es de una endeblez defensiva patente, trató por todos los medios que el balón circulase por esa zona cuanto más tiempo mejor. Máxime cuando Correa en el minuto tres se quedó solo ante Casilla y falló un tanto cantado. Semejante aviso, sin embargo, no hizo mella en Zidane. El cual seguía manteniendo a Isco por delante de un Marcelo que andaba desorientado.
¿Cómo es posible que Isco y Marcelo sean compañeros de banda dada las características de ambos? ¿Quién es el jugador encargado de hacerle las coberturas a un Marcelo obsesionado con lanzarse al ataque a lo loco y driblando sin solución de continuidad? Mientras tanto, Isco que tenía una ocasión pintiparada para incrustarse entre Thomas Y Gabi con el fin de apoyar ofensivamente a Benzema y Cristiano y además hacer uso del tiro desde la media distancia, se dedicaba a hacer la guerra por su cuenta y lejos del área rival.
Presionaba el Atlético de Madrid muy arriba en el primer tercio del partido al conjunto merengue. Con lo cual Kroos Modric y Casemiro se veían obligados a jugar muy atrás. Para evitar el enlace de Correa, Koke y Saúl con Griezman. Además de echarle una mano al ya reseñado Marcelo. Lo cual permitía que Thomas y Gabi tuvieran libertad de acción. Ni que decir tiene que Benzema y Cristiano Ronaldo estaban desasistidos. Tanto el portugués como el francés están sufriendo, y no tengo el menor reparo en repetirme, la ausencia de un media punta que los arrope en los últimos metros.
De hecho, la mejor ocasión de gol la tuvo Kroos. Cuyo fútbol a medida que avanzaba el partido fue a más. Pues no dudó en adelantar su posición y en hacer de lo que tenía que haber hecho Isco. De quien todavía no sé a qué jugaba. Pero Zidane parecía estar en el limbo. Pues el malagueño estuvo toda la noche yendo de un sitio para otro sin ton ni son. Se desmarcaba de un sitio malo a otro peor. Sacando a relucir un repertorio de triquiñuelas que tanto encandilan a sus seguidores.
Pudo marcar el Madrid si el árbitro hubiera pitado el penalti que Lucas le hizo a Sergio Ramos. Debido a una patada que le ha fracturado a éste el tabique nasal. El Atlético tuvo dos ocasiones de batir a Kiko Casilla: la primera la tuvo Correa, y la segunda la evitó Varane de cabeza cuando el balón iba destinado a alojarse en el fondo del marco.
En los cambios, Zidane tardó un mundo en darle la oportunidad a Marco Asensio. Lo hizo tarde. Muy tarde. Y tampoco creo que fuera el momento de prescindir de Benzema. Pues faltando un cuarto de hora su presencia en el área atlética era indispensable. Por mal que lo estuviera haciendo. Pero el entrenador madridista, que tendrá muchas virtudes, no se distingue por hacer los cambios con tino. Todo no se puede tener en esta vida.
Los cambios de Simeone tampoco tuvieron el premio de la victoria. En suma, Atlético y Madrid han perdido sus señas de identidad futbolística. Actualmente son dos conjuntos despersonalizados. Con el oremus perdido. Y, claro, el Barcelona se va alejando, cada vez más, y con el mínimo esfuerzo. Lo cual sucede, además, en el 'año 2017 de la era de Isco Alarcón'.
De hecho, la mejor ocasión de gol la tuvo Kroos. Cuyo fútbol a medida que avanzaba el partido fue a más. Pues no dudó en adelantar su posición y en hacer de lo que tenía que haber hecho Isco. De quien todavía no sé a qué jugaba. Pero Zidane parecía estar en el limbo. Pues el malagueño estuvo toda la noche yendo de un sitio para otro sin ton ni son. Se desmarcaba de un sitio malo a otro peor. Sacando a relucir un repertorio de triquiñuelas que tanto encandilan a sus seguidores.
Pudo marcar el Madrid si el árbitro hubiera pitado el penalti que Lucas le hizo a Sergio Ramos. Debido a una patada que le ha fracturado a éste el tabique nasal. El Atlético tuvo dos ocasiones de batir a Kiko Casilla: la primera la tuvo Correa, y la segunda la evitó Varane de cabeza cuando el balón iba destinado a alojarse en el fondo del marco.
En los cambios, Zidane tardó un mundo en darle la oportunidad a Marco Asensio. Lo hizo tarde. Muy tarde. Y tampoco creo que fuera el momento de prescindir de Benzema. Pues faltando un cuarto de hora su presencia en el área atlética era indispensable. Por mal que lo estuviera haciendo. Pero el entrenador madridista, que tendrá muchas virtudes, no se distingue por hacer los cambios con tino. Todo no se puede tener en esta vida.
Los cambios de Simeone tampoco tuvieron el premio de la victoria. En suma, Atlético y Madrid han perdido sus señas de identidad futbolística. Actualmente son dos conjuntos despersonalizados. Con el oremus perdido. Y, claro, el Barcelona se va alejando, cada vez más, y con el mínimo esfuerzo. Lo cual sucede, además, en el 'año 2017 de la era de Isco Alarcón'.
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