Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 7 de octubre de 2017

Sentirse español está castigado severamente

Aficionados al fútbol y asimismo lectores de este blog han echado de menos mi parecer sobre la victoria de la Selección Española ante la de Albania y no han dudado en preguntarme el porqué. Y les he respondido que a mí no me apetece ver -de momento- cómo visten la camiseta de España jugadores que no sólo son incapaces de cortar de raíz las declaraciones de un consumado independentista, sino que encima, aliados con algunos periodistas, hacen uso y abuso de una victoria frente a un selección modesta para quitarle importancia a la cizaña que viene sembrando Gerard Piqué.

Cuando corren tiempos difíciles para la Unidad de España, emplear el fútbol para que el país quede en estado de "reposo cerebral", de "hibernación mental", replegado en sí mismo y olvidando el drama que se está viviendo, me parece infumable. De la misma manera que me parece grotesco que gacetilleros y comentaristas de la cosa futbolística estén empeñados en convencernos de que Sergio Ramos y Gerad Piqué mantienen una relación idílica por más que ambos sean representantes de las 'dos Españas'. Y además se quedan tan panchos. Ambos defensas no dejan de ser futbolistas de primera línea. Y sanseacabó. Tampoco se le pueden pedir peras al olmo.

En estos momentos, como no podía ser de otra manera, yo me he acordado de Salva Ballesta. Sí, de aquel delantero -nacido en Zaragoza- que fue uno de los principales goleadores españoles de finales del siglo XX y principios del XXI. Jugador del Racing de Santander, Atlético de Madrid, Valencia, Levante, Albacete... Y que llegó a vestir la camiseta de la Selección Absoluta en cuatro ocasiones.

Salva Ballesta fue perseguido sañudamente por su orientación política de derechas, que nunca escondió y que le vino por la vinculación de su familia con las Fuerzas Armadas (de ahí que celebrase sus goles con el saludo militar). Lo cual se consideraba, entonces, como una provocación inadmisible en una España donde la gente a la menor indicación respondía de la manera siguiente: "No olvide usted que está hablando con un demócrata". SB, que los tenía bien puestos, solía defenderse así: "No soy un facha. No tengo ideas fijas. Pero soy español y moriré siendo español", aseveró en 2013.

Tales palabras salieron de su boca el día en el cual fue vetado para ser el segundo entrenador de Abel Resino en el Celta, por la presión de los ultras del equipo vigués a la directiva. Salva Ballesta sufrió tratamiento similar en el banquillo del Cádiz. Pero los periodistas de la época, salvo alguna excepción, miraron para otro lado. Incluso algunos dijeron que un hombre con esas ideas tan descabelladas no podía ser entrenador en una España democrática. Lo que va de ayer a hoy...

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