Negarle a Zinedine Zidane los triunfos obtenidos como entrenador del Madrid sería tan absurdo como demencial. Sus logros han sido tan seguidos cual extraordinarios. Sus éxitos nos han colmado de gozo a los madridistas. Sobre todo a quienes lo admirábamos ya como futbolista y deseábamos no sólo lo mejor para nuestro club sino también para él.
Quien escribe, sin embargo, disfrutó de las victorias a la par que iba denunciando los defectos del equipo. Que es la mejor manera de hacerlo. De ahí que los entrenadores sepan sobradamente que las correcciones son mejor atendidas por los futbolistas cuando se gana. Por consiguiente, no entiendo cómo ZZ nunca lo vio así.
Estarán ustedes de acuerdo conmigo en que criticar, a veces acerbamente, a un equipo que ganaba, ganaba y no dejaba de ganar era exponerse a recibir varapalos de cuantos padecían de ceguera ante las victorias y exclamaban que todo el mundo era bueno. Pero a mí me daba igual. Y alertaba de cómo Macerlo y Ramos cometían errores de bulto que debían ser corregidos. Dado que día llegaría en que los fallos fueran ya crónicos y causantes de algún que otro desaguisado.
Avisé de que Casemiro acabaría no haciendo de escudo de la defensa, que es su papel principal y para el cual fue concebido, amén de anticipar que terminaría por no hacerle coberturas a ninguno de sus compañeros. Anticipé que Kroos y Modric no acacaban de verse como actores secundarios ante la omnipresencia de un Isco jaleado por los periodistas.
Me percaté muy pronto de cómo Lucas Vázquez, cuyos comienzos como futbolista capaz de jugar orillado a una banda, recordando a extremos célebres de nuestro fútbol de otrora, se iba marchitando. Fue perdiendo la alegría. Pérdida vital que lo sumió en una crisis de desconfianza que hasta le arrebató esa sonrisa de quienes salen a jugar entregados de lleno a su tarea.
Marco Asensio, de quien sigo convencido de que es un futbolista extraordinario, también ha ido de más a menos y hasta se le ha visto, últimamente, agachando la cerviz. Corriendo sin ton ni son. A veces vagando como alma en pena porque sus compañeros lo ignoran. Pero lo peor es que aún no se le ha dado misión concreta en la cual pueda brillar su talento.
Y qué decir de Benzema. Perdido y no hallado en ningún sitio. Como segundo delantero, es decir, como media punta, podría ser una opción que tal vez le vendría ahora como anillo al dedo. Pero sus desaciertos ante la portería le han generado una gran desconfianza y sigue pasando su quirinal futbolístico.
De Gareth Bale, al margen de las lesiones, dije siempre que, sin contraataque, sus extraordinarias condiciones quedaban minimizadas. Su potencia y su disparo necesitan balones al espacio libre. Pero el Madrid actual tarda un mundo en llegar al campo contrario. Para muestra un botón: Cristiano Ronaldo también está pasando por ese calvario. Cuando recibe el balón ya está rodeado de adversarios.
Sabido es que en un equipo de fútbol no todos los que juegan habitualmente están en plena forma. Ahora bien, si hay dos o tres jugadores que han bajado su rendimiento, a veces algo pasajero y por variadas y lógicas razones, el juego de conjunto los protege. Y apenas se nota en el rendimiento generalizado. Eso sí, han de ser jugadores fiables.
En el Madrid, desde hace meses, todos sus jugadores parecen mustios, tristes, faltos de ilusión, descentrados... Y el rendimiento salta a la vista. Miento: hay uno que, según cuentan los gacetilleros, está que se sale. Se llama Isco Alarcón. De quien vienen diciendo que es el jugador que está sosteniendo a un Madrid en plena crisis de juego y resultados. ¿No les parece extraño?
Y qué decir de Benzema. Perdido y no hallado en ningún sitio. Como segundo delantero, es decir, como media punta, podría ser una opción que tal vez le vendría ahora como anillo al dedo. Pero sus desaciertos ante la portería le han generado una gran desconfianza y sigue pasando su quirinal futbolístico.
De Gareth Bale, al margen de las lesiones, dije siempre que, sin contraataque, sus extraordinarias condiciones quedaban minimizadas. Su potencia y su disparo necesitan balones al espacio libre. Pero el Madrid actual tarda un mundo en llegar al campo contrario. Para muestra un botón: Cristiano Ronaldo también está pasando por ese calvario. Cuando recibe el balón ya está rodeado de adversarios.
Sabido es que en un equipo de fútbol no todos los que juegan habitualmente están en plena forma. Ahora bien, si hay dos o tres jugadores que han bajado su rendimiento, a veces algo pasajero y por variadas y lógicas razones, el juego de conjunto los protege. Y apenas se nota en el rendimiento generalizado. Eso sí, han de ser jugadores fiables.
En el Madrid, desde hace meses, todos sus jugadores parecen mustios, tristes, faltos de ilusión, descentrados... Y el rendimiento salta a la vista. Miento: hay uno que, según cuentan los gacetilleros, está que se sale. Se llama Isco Alarcón. De quien vienen diciendo que es el jugador que está sosteniendo a un Madrid en plena crisis de juego y resultados. ¿No les parece extraño?
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