Me entretengo en leer una entrevista concedida por José María García a un periódico digital, mientras espero con impaciencia que comience la manifestación anunciada en Barcelona por parte de la Sociedad Civil Catalana, respaldada por el PP y Ciudadanos. Y lo hago siendo consciente de que las declaraciones del periodista volverán a violentar mi estómago. Aunque hace ya mucho tiempo que superé la segunda fase: el vómito. Ahora lo que hago es preguntarme cómo fue posible que yo, tan vivido e intuitivo, me dejara engañar por este Fulano. A quien puse como chupa de dómine en el Hotel Meliá Castilla de Madrid, durante una Asamblea de la Real Federación Española de Fútbol, ante la presencia del director del establecimiento y de varios presidentes de clubes. Lo cual no es óbice para que reconozca que el tal García lleva razón cuando denuncia los males del periodismo deportivo. Y, desde luego, dice verdad -raro en él- cuando descalifica el programa de Pedrerol. Y también cuando tacha de payaso al redactor jefe de un periódico deportivo. La misma razón que tendría yo si me diera por denunciar ciertos comportamientos del entrevistado.
Cientos de miles de personas han inundado el centro de Barcelona para protestar contra el proceso independentista y a favor de la unidad de España y de la Constitución. Recuperemos el sentido común era el lema de una manifestación convocada por la Sociedad Civil Catalana. La cual ha culminado con los discursos de Mario Vargas Llosa y José Borrell. Ambos han logrado mediante la palabra certera y cálida, entusiasmar a la multitud de catalanes que se sienten españoles y han decidido salir a la calle para gritarlo a voz en cuello. Demostrando los asistentes al acto, una vez más, que los políticos van por detrás del pueblo. Lo que está ocurriendo en Cataluña es una canallada perpetrada por individuos carentes de escrúpulos y peligrosos. Verdad es que se están aprovechando de las dudas que atenazan a Mariano Rajoy. Cuya prudencia ha ido rodando por la ladera de una laxitud que podría desembocar en una cobardía imperdonable. "No olvidemos que la fatalidad de las buenas decisiones es que siempre se toman demasiado tarde".
Cuando estoy a punto de escribir sobre algo relacionado con Ceuta, y dudo del asunto al cual me voy a referir, suena el teléfono y Pepe Cayado, con quien sigo manteniendo la amistad surgida en nuestra niñez y en nuestro pueblo, desea saber si me han gustado los discursos improvisados de Mario Vargas Llosa y José Borrell. Y no dudo en decirle que sí. Que me han encantado. Y te diré más: hay que tenerse la lección muy bien aprendida para dar la impresión -cuando hablas en público- de que lo que dices se te está ocurriendo en aquel momento. Y, como decía Salvador Pániker -filósofo catalán-, el colmo del virtuosismo es conseguir que, efectivamente, se te ocurra en aquel momento. Ahí está el arte: de tanto conocer un texto, olvidar el texto y volverlo a reinventar espontáneamente. Pepe Cayado, que nunca ha dejado de ser socialista, se muestra eufórico por la participación del expresidente del Parlamento Europeo en un acto tan importante para Cataluña y para España. Borrell, insiste mi amigo, ha hecho posible que muchos socialistas nos sintamos hoy orgullosos de serlo. Pues ya está bien de ponerse de perfil ante un golpe de Estado que está causando daños que podrían ser irreparables para Cataluña y por tanto para España.
Cuando estoy a punto de escribir sobre algo relacionado con Ceuta, y dudo del asunto al cual me voy a referir, suena el teléfono y Pepe Cayado, con quien sigo manteniendo la amistad surgida en nuestra niñez y en nuestro pueblo, desea saber si me han gustado los discursos improvisados de Mario Vargas Llosa y José Borrell. Y no dudo en decirle que sí. Que me han encantado. Y te diré más: hay que tenerse la lección muy bien aprendida para dar la impresión -cuando hablas en público- de que lo que dices se te está ocurriendo en aquel momento. Y, como decía Salvador Pániker -filósofo catalán-, el colmo del virtuosismo es conseguir que, efectivamente, se te ocurra en aquel momento. Ahí está el arte: de tanto conocer un texto, olvidar el texto y volverlo a reinventar espontáneamente. Pepe Cayado, que nunca ha dejado de ser socialista, se muestra eufórico por la participación del expresidente del Parlamento Europeo en un acto tan importante para Cataluña y para España. Borrell, insiste mi amigo, ha hecho posible que muchos socialistas nos sintamos hoy orgullosos de serlo. Pues ya está bien de ponerse de perfil ante un golpe de Estado que está causando daños que podrían ser irreparables para Cataluña y por tanto para España.
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