Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Germinal Castillo: el cuentista

Con Germinal Castillo trabajé yo en un periódico donde llegó a ser director. Cargo que ostentó debido a que supo trajinarse la voluntad del editor. Tarea, la verdad sea dicha, para la cual no todo el mundo vale. Pues se necesita una habilidad pasmosa y un sentido de la obediencia ilimitada. Ni que decir tiene que mis relaciones con el susodicho no fueron buenas. Pero supe conllevar sus órdenes revistiéndome de una paciencia que para sí la hubiera querido el santo Job

Germinal Castillo duró muy poco tiempo como director. Porque el cometido le venía muy grande. Y a partir de ahí no dudó en ser la voz del Partido Obrero Socialista de Ceuta en el periódico. Así que se pasaba las horas muertas en la sede de la calle de Daoiz. Y allí entabló amistad con un socialista, ya fallecido, que además ocupaba un cargo en la Cruz Roja Española. Y pronto metió la cabeza en esa institución. Volviendo a dar pruebas evidentes de ser fiel devoto del siguiente refrán: "Al que buen árbol se arrima buena sombra le cobija".

Nuestras relaciones, es decir, las de GC y quien suscribe, fueron superficiales. Más o menos las de dos personas educadas que no tienen nada en común y que además no se agradan. Y que cada vez que se cruzan y se paran, por necesidad, saben perfectamente que no están a gusto. En mi caso, porque me consta que el escritor de 15 cuentos de poniente y 1 de levante no acaba de digerir mi manera de ser y actuar. Tal vez porque yo jamás he engañado a nadie con mi forma de ser. En mi caso, y perdonen que hable de mí, porque se me ve venir a la legua.

Hablando de cuentos, fue Fernando Rodríguez, de cuya amistad me he ufanado siempre, aunque nuestras primigenias relaciones no fueran las mejores, quien me regaló el libro escrito por Germinal Castillo y tardé un suspiro en leerlo y un amén en hacerle el artículo. Porque a mí me enseñaron que ser generoso y ser agradable cuesta menos que ser lo contrario.

Germinal Castillo nunca dijo esta boca es mía por mi reconocimiento a su labor como cuentista. Tal vez porque su formación francesa le predispone a creerse que es un consumado escritor y por tanto ningún halago le satisface si no procede de una figura de la literatura que aún siga viviendo en el barrio Saint Germain de París. Pero eso a mí me importó un bledo y parte del otro. A mí lo que me preocupó fue verlo con muletas, acompañado de Fernando Rodríguez, tratando de recuperarse de una rotura de ligamentos cruzados en una de sus rodillas.

A partir de entonces, Fernando, Germinal y yo nos hemos cruzado varias veces. Y lo primero que se me ha ocurrido es interesarme por la rodilla del cuentista. Y luego, como era costumbre en mí cuando Fernando paseaba solo, charlar con éste de lo que nos diera la real gana. Pues bien, el lesionado cuentista, sí el autor de 15 cuentos de poniente y uno de levante, afrancesado él,  ha conseguido con su actitud despectiva que, desde este momento, en cuanto yo los vea venir, me pase a la acera de enfrente o me escabulla por otra calle.

Una acción que me apena tomar por Fernando Rodríguez. A quien considero un tipo extraordinario y hombre que se suele vestir por los pies. En cuanto a quien tiene más cuentos que Calleja, recordarle que yo nunca he babeado por lograr un puesto en ningún organismo. Y estoy convencido de que así seguiré hasta que me toque descansar en el lecho final. O sea.





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