El sábado viajé a Córdoba para pasar dos días con mi familia. Tan numerosa como extraordinaria. Jóvenes, menos jóvenes y mayores nos reunimos para celebrar el cumpleaños de una mujer que a sus 103 años -sí, han leído bien- ejerce un matriarcado tan bondadoso como para decir ¡ay! y allá que todos acudimos con celeridad a su encuentro. Encarna Domínguez, Domínguez, que así se llama mi tía, fue agasajada durante el fin de semana como ella merece. Bueno, ella merece mucha más. Pero yo quiero darle las gracias a quienes la miman y logran que viva entusiasmada, debido a que tienen la suerte de residir en la tercera capital de Andalucía. Pero la primera en belleza. Lástima que la falta de industrias ayude a que el paro vaya sembrando con rapidez la tragedia de la pobreza. Córdoba sigue siendo la ciudad maltratada de Andalucía. Ni que decir tiene que, una vez más, volví a visitar la Mezquita-Catedral. La cual es, sin lugar a dudas, el primer monumento de España... el más original y el más hermoso. Desde el momento mismo que uno entra en el gran patio plantado con naranjos, nota una sensación de paz y armonía que es completamente distinta del ambiente de sagrada religiosidad y austeridad que rezuma de los claustros cristianos.
También quedé enterado del fallecimiento de Manuel Sanchís Martínez, jugador del Madrid en los años sesenta y setenta. Precisamente en Córdoba: donde él fue tan admirado como futbolista y querido por ser un tipo extraordinario. En diciembre de 2016 le dediqué yo una columna a mi amigo Manuel. Dándole las gracias porque no se cortaba lo más mínimo en darme mi sitio como entrenador cada vez que salía mi nombre a relucir. Y lo hacía con claridad meridiana: "Tener en frente a Manolo de la Torre como entrenador es complicado; tan complicado como son sus equipos. Pero luego es un tipo con el cual da gusto alternar y charlar de lo que venga al caso". Tales palabras las repitió la última vez que visitó Ceuta como entrenador del Parla. Aquel sábado, víspera del encuentro con la Agrupación Deportiva Ceuta, MS venía acompañado por su mujer, Elena Hontiyuelo, cuya simpatía y entusiasmo por el fútbol hicieron posible que conociéramos pormenores acerca de cuando se produjo el debut de su hijo, Manolo Sanchís Hontiyuelo -en Murcia-, con el Real Madrid. Hecho ocurrido el 4 de diciembre de 1983. Expreso mis sinceras condolencias a los suyos.
Hoy he recibido llamadas de lectores que desean saber por qué no opiné del Gerona-Madrid. Y la respuesta ha sido que mientras se jugaba ese partido yo estaba asistiendo a una comida homenaje. Aunque mentiría si no dijera que de vez en cuando me llegaban los ecos del encuentro. Y, créanme, que el resultado no me sorprendió. Y tampoco me he extrañado cuando esta mañana he leído las agrias discusiones que se produjeron entre jugadores madridistas. Pues en la plantilla del Madrid hace ya meses que se ha instalado la semilla del descontento provocada por las envidias; debido a que la prensa deportiva hace ya mucho tiempo que ha optado por defender a sus futbolistas preferidos; en tanto y cuanto se viene mostrando injusta con otros. Privilegios tan detestables como dañinos. Los errores que está cometiendo Marcelo no son nuevos. Vienen de lejos. Y así lo he denunciado yo cuando se han producido. Los de Sergio Ramos tampoco han sido reconocidos. Y el Madrid lo está pagando con creces. Y lo peor es que tales periodistas, que gozan de altavoces sumamente importantes, han decidido convertir en mito a Isco Alarcón. Zidane ha propiciado, con su forma de proceder, semejante disparate. Dado que los mitos se crean en un amén y, sin embargo, cuesta lo indecible destruirlos.
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