Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 24 de octubre de 2017

Antonio López nunca pondría pies en polvorosa

Yo nací cuando aún sonaban los últimos cañonazos de nuestra guerra civil. Y viví una posguerra cuyas injusticias jamás he olvidado. Verbigracia: si a un hambriento de los que había en 1947, que eran innumerables, se le ocurría adentrarse en una finca para recoger los frutos caídos de los árboles, se exponía a ser apresado por la pareja de la Guardia Civil. Y, después de ese mal trago, iba derecho a la cárcel.

Yo viví una posguerra donde si alguien robaba un vagón de un tren de mercancía, cargado de alimentos en la época del racionamiento, se arriesgaba a pasarse media vida en prisión. En cambio, si se apoderaba de todos los vagones, era tenido por un héroe y entraba a formar parte del poder establecido. Nombres de ladrones de cuello duro -de aquella época- tengo yo varios en la punta de la lengua. Pero no quiero ofender a sus descendientes.

Por consiguiente, desde muy niño, la justicia, por activa y por pasiva, me dio siempre mucho miedo. Tanto, como para que, además de acatar sus sentencias, nunca haya siquiera disentido de ellas. Creo que a veces la justicia se equivoca, claro que sí; pero también que sus desaciertos se producen por errores y nunca por decisiones indeseables. De no ser así, la convivencia sería imposible.  

Fechas atrás, Susana Román decidió declarar por voluntad propia en el proceso judicial abierto por el Caso Emvicesa, la presunta trama organizada de adjudicación irregular de viviendas. Y sus declaraciones, según me dice un jurista, sirvieron para que Antonio López, acusado de presunto cohecho, pueda salir de la cárcel. Sobre todo porque no hay riesgo de fuga.

Lo dice un jurista. Y yo lo cuento. Aunque sigo defendiendo que ningún juez desea meter a alguien en la cárcel para olvidar que la llave del talego está en sus manos. Y así se lo digo a quienes piensan mal pero que no se atreven a pronunciarse públicamente. Eso sí, Antonio López se está comiendo un marrón en soledad. La soledad de un preso que ha decidido no sacar su lengua a pasear. Y mucho me temo que será capaz de soportar tan mal trance para no perjudicar a un Partido Popular que lleva tiempo viviendo momentos muy difíciles.

Escribir acerca del problema de Antonio López en esta ciudad, tan chiquita y marinera, sólo puede causarme problemas y enemistades. Máxime cuando aquí sabemos todos de qué pie cojeamos. Aunque tampoco debe nadie rasgarse las vestiduras porque yo me acuerde de una persona cuya madre vuelve todos los fines de semanas de la Cárcel de El Puerto de Santa María llorando a lágrima viva. Y gritando a voz en cuello que su hijo jamás pondría pies en polvorosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.