Viva España y la Guardia Civil

Es verdad que la crisis económica -cuyas nefastas consecuencias han conseguido acabar con la clase media, la que tanto costó recuperar entre los años cuarenta y sesenta y que alcanzó su justo término con la llegada de la democracia- sigue siendo todavía un motivo muy principal de desestabilización en España.

También la corrupción política logró dividir a la sociedad. Pues es bien sabido que no hay nada tan contagioso como el mal que desciende de lo alto, de quienes deben ser ejemplares y son, además de corruptos, corruptores. Así que muchos ciudadanos, admiradores de los ladrones, trataron por todos los medios a su alcance de emularlos y asimismo salieron a la calle para manifestarse, a veces desaforadamente, guiados por personajes que no dudaron en predicar los valores (?) del comunismo.

Pablo Iglesias fue el primero que decidió aprovecharse de semejante oportunidad. Y contando con la ayuda de algunos medios de comunicación se hizo con la rúa. Ni que decir tiene que sus discursos incendiarios fueron calando entre los ciudadanos que, de la noche a la mañana, pasaron de vivir decentemente a verse abocados a la indigencia. Drama. Y Podemos estaba en su derecho de sacarle rédito político a lo que acontecía.

Podemos, tras pasar por las urnas con éxito, conviene decirlo, ha ido perdiendo gas a paso de legionario; porque sus ideas, tan alejadas de la izquierda socialista, de un pasado reciente, causan ya cierto repelús, por más que sigamos pensando que contamos con una Constitución que todo lo atempera. Aunque, debido a lo que nos está tocando vivir, no creo que sea descabellado dudar de lo reseñado.

Lo peor de Podemos, como comunistas que dicen ser, es haberse puesto de parte de los independentistas para romper la unidad de España. Y, como en otras ocasiones, haciéndoles creer que cuentan con el respaldo de sus muchos votantes. Por lo que no estarán solos en esa travesía descabellada que es emprender una secesión con todos sus avíos. Rubricando sus palabras con el clásico abrazo del oso. Que en el caso de Pablo Iglesias puede convertirse en un besuqueo similar al que se daban los comunistas rusos. Verbigracia: el de Leónidas Breznev y Erich Honecker fue, sin duda, un beso de tornillo. 

La unidad de España debe estar por encima de intereses de partidos y por supuesto de personajes ávidos de poder. De Pablo Iglesias supimos muy pronto por sus actuaciones y la de sus adláteres, que la unidad de España le importa un carajo. Y perdonen la expresión. De modo que cuanto trame a favor de la división, mediante su artero proceder, jamás nos sorprenderá.

En cambio, sí nos desconcierta, al respecto, la actitud dubitativa de Susana Díaz y Pedro Sánchez. Incapaces, por deseos desmesurados de  poder, de mantenerse firme sin cortapisas en defensa de la unidad de una España que camina ya por la ladera conducente otra vez a la sima de la Rebelión cantonal: insurrección que tuvo lugar durante la Primera República Española.

En lo concerniente a los políticos de Ceuta, la postura de Juan Luis Aróstegui, hablando de presos políticos en Barcelona y alegando supercherías para no defender la unidad de España propuesta por Ciudadanos y con los votos favorables de populares y socialistas, retrata al personaje. ¡Cuidado con él! 

Ahora bien, lo que no me esperaba es la decisión tomada por Fatima Hamed: señora que dirige con firmeza el Movimiento por la Diginidad y la Ciudadanía (MDyC). Su renuncia a sumarse a la propuesta de Ciudadanos, me da a mí en las pituitarias que se debe a un posible pacto, llegado el momento, con  el PSOE de Ceuta y la coalición Caballas. 

Mi estimada Fatima Hamed, a quien siempre he tratado como merece, ha empezado a calibrar tales posibilidades cuando aún faltan dos años para las elecciones autonómicas. En política, señora Hamed, una semana es muchísimo tiempo. Y qué decir de dos años... Así que más le hubiera valido, créame, dar pruebas evidentes de estar a favor de la unidad de España. Sin tapujo. O sea.