Dicen que la capa todo lo tapa. Pues bien, los dos goles marcados por Ceballos en Mendizorroza han sido el manto ideal para cubrir todos los defectos que viene mostrando el Madrid desde que comenzó la Liga Santander. Y a los que ZZ tendría que poner remedio cuanto antes. Ya que en su equipo existe una descoordinación entre líneas impropia de su categoría. Reina la anarquía y hay jugadores que buscan su lucimiento personal por encima de todo.
Todavía sigo preguntándome cómo es posible que el Madrid con cinco jugadores en el medio campo se viera dominado más tiempo del debido por un rival que está hundido en la clasificación porque había sido incapaz de hacer un gol hasta hoy. ¿Quién de los cincos centrocampistas era el encargado de hacer circular el balón con rapidez y sin tener que recurrir por sistema a los regates y a las delicadezas que tanto placer provocan en comentaristas y glosadores de la televisión?
Mientras que Valdano y compañía se pasen los partidos admirándose de un caño, de una ruleta, de un control y nos hablen de los futbolistas como si fueran modelos desfilando por una pasarela con el fin de presumir ellos de una delicadeza balompédica que sólo anida en seres sensibles, seguramente el Madrid irá de mal en peor. Y vayamos al grano: durante gran parte del partido estuvo Isco dirigiendo el juego de su equipo. Lejos, lejísimos del lugar donde únicamente rinde.
Sí, ya sé que Ceballos, avispado como nadie, ocupó la media punta y acertó plenamente. Y, claro, a un tío que hace dos goles en poco más de media hora no se le puede pedir más; sobre todo si está recién llegado a un club en el cual prevalecen las jerarquías. En las bandas laboraban Lucas Vázquez y Marco Asensio. Mientras a Casemiro se le amontonaba el trabajo por mor del mal momento que atraviesa Carvajal y, naturalmente, porque Sergio Ramos falla como defensa más que una escopeta de feria.
A Zidane no le importaba lo más mínimo que Isco se retrasara para hacer de Kroos o de Modric. Aunque a su manera: con sus inveterados regates, sin desbordar líneas; con sus pérdidas de balones y con una parsimonia que le facilitaba al equipo vitoriano el replegarse en torno a Cristiano Ronaldo con facilidad y rapidez. Menos mal que Ceballos aprovechó esas circunstancias para convertirse en goleador de la tarde y salvar a su equipo de un desastre.
Eso sí, comentaristas y glosadores nos fueron diciendo que Isco iba de menos a más. Y ante sus arabescos engolaban la voz para contarnos lo maravilloso que era poder asistir al espectáculo que nos estaba ofreciendo el muchacho nacido en Arroyo de la Miel. Lo calificaban de espectáculo barroco. Lo cual quiere decir que el juego de IA era retorcido, complicado, superfluo... Menuda contradicción. En fin, que Isco falló dos goles y su actuación como director de orquesta no fue hoy la más apropiada.
Pero hubo más cosas negativas: Marco Asensio está rindiendo por debajo de sus posibilidades por jugar encajonado en una banda. Lucas Vázquez ha ido perdiendo gas. Ya no es aquel extremo con desborde, centro y disparo. Su voluntad y sus ganas continúan intactas. Pero le está pudiendo la torpeza y el querer hacer siempre la misma jugada. Empecinamiento que no le favorece.
Los dos equipo estrellaron balones en los postes. El Madrid tenía que ganar. Y lo logró. Aunque la incertidumbre reina entre sus seguidores. Los cambios de ambos equipos no influyeron en el juego.
El gol del Alavés lo obtuvo Manu García.
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