Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 6 de agosto de 2017

Calma chicha



Hoy concluirán las Fiestas Patronales de Ceuta, y a partir de ese momento, una especie de calma chicha se apoderará  de la actividad política. Se hará presente una quietud tan extraña como falsa; pues septiembre está a la vuelta de la esquina y con su llegada se volverán a producir las convulsiones correspondientes.

Ni que decir tiene que los periodistas las pasarán moradas para cumplir la tarea asignada con el fin de hacer un periódico atractivo. Puede que el levante haga acto de presencia e incluso las nieblas nos quiten la visibilidad de las aguas en las que solemos bañarnos. En rigor, en apenas unos días el escenario de esta Ciudad será total y absolutamente distinto. Y no cabe más remedio que adaptarse a tales circunstancias.

Tati Toledo me pregunta si dejaré de escribir durante lo que queda del mes de agosto. Temiendo que no opine sobre nuestro equipo: el Madrid. Y le contesto que no. Que el escribir es primordial para mí. Porque me hace vivir entusiasmado. El entusiasmo, amigo Tati, ayuda a saber, y además contribuye a profundizar en lo que se sabe. Y, por si fuera poco, ayuda a que se sepa mejor. A que haya música al contarlo.

Un miembro de la tertulia playera, que se ha convertido en lector empedernido a raíz de jubilarse y cuyo nombre omito porque aún no le he pedido permiso para poder nominarlo, quiere saber si sólo escribiré de fútbol. Y le contesto que siempre habrá jueces de los que hablar y de personas que, desgraciadamente, se van a un lugar del cual nunca se vuelve.

A propósito de los jueces, me vais a permitir que os diga lo siguiente: “Los jueces son humanos. Y como todos tienen sus resentimientos y sus vanidades, sus pasiones y sus odios. Nada me daría más miedo que un juez perfecto. A veces, los jueces creen serlo y se producen choques frontales. La democracia la hacen los humanos, son los dictaduras las que crean a los hombres perfectos”.

En cuanto a la muerte, es verdad que la muerte estiliza. "Cuando una persona muere se genera un espiral de silencio que niega lo malo y nada más que muestra su buen perfil. Es la mejor manera que los humanos tenemos de negociar la terrible sensación de injusticia que acompaña a la muerte. Pero a veces, cuando se trata de una persona pública, con 60 años en escena, el rito de los halagos puede llegar a ser grotesco. Y, a menudo, nos pone en evidencia a los celebrantes”.

La frase

Los españoles enterramos muy bien (Leguina).

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